domingo, 24 de enero de 2016

Política ineficiente: Alinear medios no sirve para nada

Por: Cecilia Mosto*
A lo largo de 12 años, la política de comunicación del Kirchnerismo no apareció impulsada por una crítica a la manipulación de la opinión pública a través del sistema de medios. Por el contrario, su postura se planteó más al estilo de cuestionamiento hacia quién lo hacía, hablando desde el lugar de “la manipulación me corresponde”. Daba la sensación de estar escuchando “la cabeza te la voy a lavar yo”. El periodismo militante, entonces, financiado por el Estado, fue una de las piezas clave del gobierno de Cristina para acompañar y mostrar la verdadera historia que la precedía y aquella que se encontraba a punto de irrumpir. No el marco de la actividad. Los programas y las publicaciones Kirchneristas se multiplicaron buscando representar lo bueno, lo verdadero y lo bello. Así las cosas, si para alguien no iba a ser fácil el post kirchnerismo era, sin lugar a dudas, para los afortunados emisarios quienes, muchos deben agradecer, tuvieron su época de oro sin demasiado esfuerzo ya que los recursos para mantenerse activos, no dependían de su talento para atraer audiencias o lectores, sino del dinero de los contribuyentes.
Nada más apacible. Desaparecida entonces, del planeta K y durante años, la lógica perturbadora que otorga sustentabilidad a los productos periodísticos, la maleza los cubrió por completo creciendo bajo su sombra complicidades, negocios y, lo menos rentable, un único y posible “pensamiento corto” entre los diferentes actores que tuvieron en sus manos la responsabilidad de mantener la llama del proyecto encendida, fuertemente alimentada en la subestimación de la opinión pública. La parcialidad en la difusión de la información, los datos forzados, el ocultamiento de ciertos aspectos y protagonistas, sólo pueden encararse si se considera que se cuenta con un interlocutor débil. Y es precisamente sobre ese concepto donde se fueron operando las distancias, allí empezaron a perderlo. Porque para que algo pueda ser creído además de la construcción de un mensaje debe existir la de una realidad o al menos algo de ella. El proyecto en soledad (entidad tan motivadora como abstracta si las hay) si bien impulsa a muchos periodistas no alcanza para el gran público que, además de escucharla, mirarla o leerla, quiere vivirla ahora.

Este es el problema que enfrentaron siempre los periodistas y productos periodísticos alineados al Gobierno y que hoy sólo quedan crudamente expuestos por la interrupción del financiamiento. La brecha percibida por las audiencias entre lo que se decía y lo que pasaba, les quitó atractivo como opción para el consumo de información. Nada más antipática que la definición de “percepción de inseguridad”. Según nuestros estudios, Víctor Hugo Morales pasó de ser uno de los periodistas más prestigiosos en 2010, año en que más del 50% de la población lo valoraba como “muy confiable” y “confiable” a ocupar una de las diez últimas posiciones de esa tabla en 2015, cayendo más de 25 puntos en la confianza de la población, motivo por el cual, desencantada, poco a poco se fue retirando de su espacio.

La política de intervención de medios no resulta casi nunca eficiente ya que a partir del alineamiento éstos, se opacan rápidamente, dejan de ser empáticos y experimentan una fuerte pérdida del valor por el cual se los adquiere, redundando siempre en caída de confianza y luego de audiencia. Se los interviene para hablar a personas que no tardan en dejarlos por otros que con mejores o peores intenciones ponen en juego recursos de mayor atractivo esforzándose por sumarle valor al vínculo.
*Politóloga
Fuente: Diario Perfil

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