sábado, 15 de agosto de 2015

Logo del Centro Cultural Kirchner: "No hubo plagio", dice uno de sus autores

El Centro Cultural Kirchner montado en el ex Palacio de Correos tiene un logo que fue diseñado por Max Rompo, Fabián Muggeri y Paula López. Es muy similar a una marca de un restaurant ubicado en Australia
La marca diseñada para el Centro Cultural, una C inversa y una K mirando hacia abajo es prácticamente igual a la de Chinta Kechil, un restaurant de comida malaya ubicado en la ciudad australiana de Sydney. Esto lo hicieron notar desde las redes sociales. El diseñador defendió su obra*:
Rompo
plagiar. (RAE) (Del lat. plagiāre).
tr. Copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias.
---
No hubo plagio. Lo aseguro como partícipe y testigo del esfuerzo arduo de las personas involucradas en el proyecto de diseño de la vigente imagen del Centro Cultural Kirchner desde su génesis. Quiero despejar cualquier duda sobre la integridad moral y profesional especialmente de Fabián Muggeri y Paula López.

Que el esfuerzo no es argumento suficiente cuando de una tarea de tamaña envergadura e interés publico se trata hemos sido conscientes desde el vamos y nos empeñamos unánimente en llevarla a cabo con absoluto compromiso, preocupación y seriedad. Mas fehaciente prueba de ello que mi palabra es la idoneidad que cualquier especialista puede colegir analizando la trayectoria profesional y académica de mis compañeros.

Me permito asegurar que el proyecto (perfectible como casi toda factura humana) dista mucho de ahogarse en un mero intento. El diseño de la identidad del Centro Cultural Kirchner goza de varios aciertos cuyo proceso confiaremos con gusto a cualquier foro de diseño interesado en estudiar el tema. Pero lo trascendido el día de ayer resulta doloroso no sólo por ver el fruto de tantos meses de trabajo estropeado sino también por el orgullo tocado de haber podido contribuir a la fundación de un nuevo acervo en la historia cotidiana de nuestro país (ese proyecto que, además, casi todo diseñador sueña). No ignoramos que en las repercusiones de las últimas horas se juegan cuestiones que exceden la congruencia o no de nuestro trabajo. Tampoco la facilidad de contacto entre el logo del restaurante Chinta Kechil y nuestro diseño para el Centro Cultural Kirchner cuando la voluntad imperante no repara en descontextualizar porciones, medios y procesos.
El diseño de identidad gráfica del CCK vio la luz en Mayo de este año pero como es fácil imaginar implicó un largo período de desarrollo (tarea que aún se encuentra en operación). La tarea emergió del rediseño de una marca de existencia previa cuyo análisis evaluó insatisfactoria. Parte de ese estudio contempló la discriminación de ciertas resoluciones que llevaran similitud con otras marcas dentro y fuera de la industria cultural. En dicho proceso se presentaron y examinaron varias decenas de propuestas diferentes de marcas y sistema gráfico que, lejos de tratarse de un “paquete cerrado”, involucraron el quehacer de diversos equipos y bajo diversas gestiones durante todas sus etapas. Cotejar la semejanza con otros sistemas de identidad fue una tarea incesante que hicimos desde el primer momento por considerarlo tarea fundante en todo proceso de diseño. En la distribución de tareas y durante varias instancias fui yo mismo el expreso responsable de hacer dicho relevamiento por haberlo así convenido el equipo.

Hasta el día de ayer ninguno de nosotros supo de la existencia de Chinta Kechil. No fue omisión pero tampoco un descuido. Aseguro que buscamos intensamente cualquier referencia al hallazgo formal que construimos para el isotipo y esta sencillamente no apareció. Reitero mi especial responsabilidad.

Que la antropomorfización del símbolo obedece a una serie de soluciones y requerimientos sostenidas por un programa comunicacional es lo más significativo que podemos decir al respecto. En el logo de Chinta Kechil la misma economía de elementos (en palabras de su propio autor) dibuja un cuenco apoyado sobre una mesa. Los mismos elementos componen sentidos completamente diferentes. Allí radica la belleza y poder de los signos simples, en el uso y autoridad que opera el lector sobre ellos.
Ojalá la caprichosa desproporción que determinan las redes no opaque la importancia de tener acceso a las obras que nutren al Centro Cultural Kirchner y que todos los interesados se tomen el mismo tiempo en obstinar su rechazo en poder visitarlo para que nadie se lo pierda.

*Esta nota estaba publicada en su Facebook, ya no:

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