Por: Sergio SzpolskiCuando decidí como empresario dedicarme a los medios de comunicación lo hice teniendo en cuenta algunos principios fundamentales, que son aquellos que forjaron mi identidad como sujeto político desde mi primera juventud en la primavera democrática. El milenario legado de la tradición judía de reconstruir el mundo como un lugar de encuentro con el prójimo bajo la mirada de Dios se hizo uno con los ideales de esa epopeya democrática en la que cantábamos democracia por 100 años más.
Cada acto público lo realicé guiado por los preceptos que supe encontrar en la prédica del Rabino Marshall T. Meyer dentro de la comunidad judía, en el ámbito nacional en la figura de Raúl Ricardo Alfonsín y que, años después, recuperé en la fortaleza y convicciones de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner. Me defino -siempre lo hice en los distintos ámbitos profesionales que ocupé- como un actor del campo nacional y popular, en el que me expresan e interpelan las corrientes de ese pensamiento que se nutre en aquel yrigoyenismo, en el mejor peronismo, en la resistencia heroica de quienes enfrentaron a la dictadura cívico-militar y ejercieron una defensa ejemplar de los Derechos Humanos. Ese mismo sentido de identidad nacional, de pertenencia a las mayorías, popular, plural y democrático, es el que intenté plasmar en las líneas editoriales de los medios de los que participo.
Los profetas de Israel con su exigencia de justicia social, los rabinos del Talmud con su apasionado debate pluralista y la conciencia libertaria del pueblo Judío nacido de una revuelta de esclavos fueron y son norte de mis aspiraciones.
Creo en la política como herramienta de transformación social, de inclusión, generadora de oportunidades y desarrollo, que entiendo además como único camino para consolidar una sociedad justa, segura, equitativa, integrada y moderna. Reniego del discurso de la "antipolítica", del marketing vacío y embrutecedor; no creo en la descalificación de la política como ese "barro" sucio o barrio cerrado para el privilegio de unos pocos. Por el contrario, la política, por definición, es la arena, es la plaza pública donde se debaten ideas de cara al pueblo, a los ciudadanos. Teniendo todo eso en claro decidí con orgullo mi candidatura por el Frente para la Victoria a intendente del municipio de Tigre (que adopté como mi lugar en el mundo hace tantos años) que es otro eslabón de un amplio proceso de construcción colectiva. Lo hago con la plena conciencia de lo que ello implica y con la convicción de mis ideas y mi fe. De frente y sin especulaciones o mediatintas. Con la misma franqueza que aplicó en cada una de sus columnas, a lo largo de los últimos dos años, Matías Garfunkel, coeditor responsable de Tiempo y accionista del Grupo 23 que, desde las páginas de este diario, no dudó en expresar su respaldo a la figura del gobernador de la provincia de Buenos Aires Daniel Scioli, hoy precandidato presidencial por el FPV. En esa pluralidad de voces construimos la identidad de estos medios.
Los medios de comunicación expresan abierta o subliminalmente preferencias políticas, disputando en el plano simbólico de la subjetividad un modelo de país, una narrativa organizadora que expresa valores y cuestionamientos, una política de lo cotidiano y de lo estratégico. Es por esa razón que, cuando tomé la decisión de participar de una candidatura electoral, no dudé en hacer públicas estas líneas por el respeto a nuestras audiencias, a nuestros lectores, a todos y cada uno de ustedes, con quien tenemos un inquebrantable contrato confianza, un ida y vuelta cotidiano, desde hace casi tres lustros.
Seré candidato a intendente de Tigre, un cargo que no colisiona contra los límites institucionales que impone la democrática Ley de Medios, tan bastardeada por los conglomerados reaccionarios. Un desafío que encaro con entusiasmo e idéntico optimismo con el que asumo cada emprendimiento. De frente. Por eso, respetando ese mismo contrato con los lectores es que subrayo que no utilizaré mis medios para consolidar mi campaña electoral. Pero a la vez, invito a otros empresarios de medios que influyen y coaccionan sobre candidatos diversos a que den la cara y sin temores, refrenden en las urnas qué modelo de país, de provincia o de ciudad cada uno de ellos busca determinar desde sus corporaciones mediáticas.
Cristina sintetizó en pocas palabras y con profundidad de estadista, un concepto aplicable a la filosofía política, que también el filósofo Judío Emanuel Levinas desarrolló a lo largo de su obra, al definir que "la patria es el otro". Ese otro, el prójimo, el que necesita de mi mano tanto como yo de la suya, nos obliga, me obliga, a asumir con alegría y amor este compromiso.
Foto: Hernán Mombelli
Fuente: Tiempo Argentino
