jueves, 14 de mayo de 2015

Ricardo Miguel Horvath 1936 - 2015

Ricardo Horvath se inició en el periodismo en 1955. Ejerció su oficio en medios gráficos radiofónicos y televisivos.Trabajó en la radio La Voz de las Madres, también junto a Ariel Delgado y acompañó durante años en "Sin Anestesia" a Eduardo Aliverti. Luego de una larga lucha contra el cáncer falleció este jueves 14 de mayo
Foto: Fernanda Forcaia

Horvath fue participante y expositor en diversos seminarios nacionales e internacionales de comunicación. Como docente dio cursos en su especialidad en facultades de comunicación y diversas instituciones, brindó charlas y conferencias en sindicatos, centros culturales, etc. Creador, productor, realizador y conductor de distintos ciclo radiofónicos, como “Café Bar Billares” (1984-2006), que recibió el premio Martín Fierro 1998 al mejor programa de música ciudadana. Ha colaborado con distintas revistas del exterior (Ecuador, España, Cuba). Es autor de Memorias y recuerdos de Blackie (1979), La trama secreta de la radiodifusión argentina (1986) Cuba la oculta (1987) Los Medios En La Neocolonización. Radio. La trama secreta de la radiodifusión argentina II (1988) ¿Qué hacer con la radio (1994), “Café Bar Billares” (1999), Esos malditos tangos (2006) , Revolución y Periodismo; Che para jóvenes. Con prólogo de Osvaldo Bayer. entre otros. 

Horvath fue secretario de redacción de TV Guia, Canal TV, TV Semanal, escribió artículos para la revista “Todo es historia”, y fue crítico de medios en El Porteño, Medios y Comunicación y Confirmado, para el diario Nueva Presencia, Acción, Propósitos, El caimán barbudo (Cuba), Voces y culturas (España) y Chasqui (Ecuador). Era fanático de San Lorenzo.

Una tarde, allá por 1986 en Cruz Alta, charlaba con Ricardo Horvath sobre la Ley de Radiodifusión. Horas antes en la presentación de su libro "La Trama secreta de la radiodifusión Argentina" demostró como fue el "tongo de las licitaciones efectuadas por la dictadura" y quienes participaron de ella. Le pregunto a Horvath si no era hora de reclamar la sanción de una ley de la democracia y sus respuestas fueron: "¿quién se encarga de redactar una nueva Ley?, ¿la dejamos en mano de los iluminados de turno?, ¿de un grupo élite o ponemos a toda la sociedad a debatir qué proyecto de país queremos y que política de medios pensamos para complementar ese proyecto de país?"

Escribe Galasso en el prólogo del libro Esos malditos tangos: “Ensayista y crítico profundo, Ricardo Horvath entrega aquí un gran aporte a la historia de la cultura argentina. Se trata del rescate del tangos importantes pero desconocidos para la mayor parte del público, obras que no gozan de la propagación y el prestigio que otorga el aparato difusor. El autor los ha rescatado del índex oligárquico y nos lo ofrece ahora bajo la categoría de ‘tangos malditos’. ¿Qué ha ocurrido con ellos? Sucede que estas obras cometen la osadía de incursionar en lo social, de ligarse a las experiencias populares y, por tanto, transitan los caminos peligrosos del compromiso y la denuncia. Ello les ha valido el ocultamiento y muchas veces el olvido. Indudablemente, estos tangos silenciados hablan de otra historia y en este libro recuperan su voz”.
Prensa y poder en la dictadura: Después de 30 años: canallas, canallitas y canalladas
"El periodismo argentino, en general, es opositor con los gobiernos constitucionales y es oficialista con los regímenes militares"
Ariel Delgado
Por: Ricardo Horvath
Hay varias afirmaciones que definen al periodismo en forma clara y terminante. Heinz Dieterich dice de la prensa que son "monopolios de adoctrinación", Antonio Tabucchi asegura que se trata de "medios de convicción", Noam Chomsky entiende que los medios de comunicación son una industria de relaciones públicas de la élite industrial y política. Según Lenin, "la burguesía entendía por libertad de prensa la libertad de los ricos de publicar periódicos, el acaparamiento de la libertad por los capitalistas, que condujo por doquier en todos los países, sin exceptuar los más libres, a la venalidad de la prensa". Se puede argüir que la última se trata de una visión parcial ya que proviene de un marxista. Sin embargo, son muchos los empresarios capitalistas que confesaron públicamente sus opiniones en forma coincidente.

Algunos ejemplos: a principios del siglo XX Karl Bücher definía al periódico como un texto que se redacta para vender espacio publicitario; Lord Nordcliffe, un magnate de la prensa inglesa de la misma época, aseguraba que "Dios enseñó a los hombres la lectura para que yo pueda decirles a quién deben amar, a quién deben odiar y lo que deben pensar"; Louis Molle, editor del Washington Daily, se preguntaba acerca de quién disfrutaba de la libertad de prensa y se respondía que eran "los propietarios de los periódicos y sus semejantes". W. A. Withe, que fuera presidente de la Asociación de Editores de Estados Unidos, afirmó sin empacho que "el periodismo era en otro tiempo una vocación elevada, hoy es una industria, una inversión al 8% (...) la industria del periodismo es un negocio y nada más", en coincidencia con Lord Thompson al reconocer: "Yo compro periódicos para ganar dinero, y así poder comprar más periódicos para ganar más dinero". Con posterioridad, ya en 1965, el liberal alemán Paul Sethe escribía que "la libertad de expresión es la libertad de 200 ricos a difundir su opinión". En los '80 el economista y comunicólogo norteamericano Herbert I. Schiller era terminante: "Hoy el imperialismo de los medios de comunicación es indistinguible del imperialismo. Ahora incorpora una parte vital de la economía, así como también la esencia cultural del imperialismo".

Ante la claridad del significado de la prensa y el periodismo en la sociedad capitalista, nos preguntamos: ¿vale la pena analizar lo que hizo la prensa desde 1976 o realizar algo más práctico y simplemente reproducir algo de lo escrito por entonces en lo que pasó a llamarse la prensa canalla?

Debe quedar en claro que tras la caída del régimen militar la prensa y los periodistas canallas se transformaron en voceros de la "democracia", seres "objetivos" e "independientes". Al respecto una reflexión de José Saramago: "Ningún trabajo es independiente, y no se puede hablar de la independencia del periodista. Al igual que en 1482 se llegó a la conclusión de que era imposible la cuadratura del círculo, hoy se llega a la conclusión de que es imposible la objetividad".

Mensajes y mensajeros
Bernardo Neustadt en revista Extra, abril de 1976:
"Restaurar la armónica convivencia, dando gracias a Dios de que el pronunciamiento del 24 –suena mal eso de golpe– se haya conseguido sin derramamiento de sangre argentina".

Revista Gente, firmado "un amigo", 16 de diciembre de 1977:
"Después del 24 de marzo de 1976, usted sintió un alivio, sintió que retornaba el orden. Que todo el cuerpo social enfermo recibía una transfusión de sangre salvadora". La familia Vigil era la propietaria de esta revista, y entre sus redactores "estrella" se encontraban Samuel "Chiche" Gelblung y Reneé Sallas.

Revista La Semana de Editorial Perfil, febrero de 1977:
"Cambio 16 es una revista semanal que se publica en Madrid. Su tendencia puede calificarse de izquierdista y su material orilla en algunas ocasiones la apología de la violencia (...) Como es obvio sus notas se ocupan prolijamente de hostilizar al actual gobierno y la prédica se centra en un tema de gran consumo en Europa: el de los derechos humanos". Director, editor, propietario: Jorge Fontevecchia.

Radiolandia 2000, marzo de 1979:
"Los mismos que se sintieron más argentinos con el triunfo de nuestro equipo en el mundial están dispuestos a aplaudir los resultados positivos del proceso. Sus expectativas son bastante concretas: paz, bienestar para todos, orden, libertad, seguridad, trabajo, salarios dignos y estabilidad". La revista pertenecía a la Editorial Abril, por entonces en manos de la logia italiana P-2, vinculada a Massera y la marina.

Revista Somos, 25 de abril de 1980:
"Testimonio. De La Habana a Moscú entre custodias, preguntas y miedo. Enrique Vázquez, secretario de redacción de Somos, viajó a Lima para cubrir el caso de los refugiados cubanos. Luego, con una visa de 72 horas, intentó entrar en la Habana. Allí fue detenido e interrogado durante más de 3 horas. No sólo no le permitieron entrar: lo obligaron a seguir viaje a Moscú, donde también pasó momentos difíciles. Este es su testimonio: un reflejo fiel de la vida en el mundo comunista, recogido a lo largo de un viaje de 30 mil kilómetros". La nota concluía así: "Pero estoy seguro de que si de algo me sirvió la experiencia, es para reconocer cuándo, cómo y dónde puedo ser libre. Y disfrutar la libertad". Sí, Enrique Vázquez, el mismo posterior –y todavía– fanático alfonsinista.

Diario La Razón, 27 de marzo de 1976:
"Quien conoce el pensamiento de estos hombres de armas sabe que no vienen a perseguir a nadie (...) Las Fuerzas Armadas saben perfectamente que lo suyo es una misión de reordenamiento y reparación de la República".

Diario Clarín, 24 de marzo de 1976:
"Es la culminación de un largo proceso, durante el cual los mandos castrenses decidieron prepararse para dar este trascendente paso, en caso de que el proceso tomase un rumbo que pusiera en peligro la integridad nacional".

Mariano Grondona en El Cronista Comercial, setiembre de 1979:
"Por creer que el derecho a la seguridad es un derecho humano que el Estado debe proteger, los argentinos recibimos hoy la visita de la CIDH. Esto es lo malo. Que está aquí porque somos derechos y humanos".

La Nación, 23 de junio de 1978:
"La verdadera Argentina también es noticia. Más de trescientas entidades de diverso carácter han resuelto coordinar una acción que contrarreste la insidiosa campaña que contra nuestro país llevan en el exterior sectores vinculados con el extremismo internacional que hallan eco inusual en algunos medios de difusión".

Hugo Gambini en La Opinión, 5 de noviembre de 1978:
"Al dialogar con el ministro del interior le he preguntado todo lo que se me ocurrió preguntarle, y él contestó, sin tachar una coma. Se puede ejercer más la libertad de prensa de lo que la gente cree".

Con nombre y apellido
En los registros de la CoNaDeP son mencionados diversos periodistas vinculados a los actos vandálicos de la dictadura. Por ejemplo: Víctor Lapegna, Luis María Castellanos y Guillermo Aronín. A ellos habría que sumar a Héctor Sayago, Edgardo Arribillaga y Héctor del Mar, todos hombres de Massera.

Digamos por otra parte que Julio Lagos se ocupaba de oficiar de locutor de la publicidad del gobernador de la provincia de Buenos Aires Ibérico Saint-Jean, cuyo jefe de policía era Ramón Camps; José María Muñoz incitada a su oyentes para que fueran a gritarle a las Madres de Plaza de Mayo frente al edificio de la OEA "que los argentinos somos derechos y humanos".

Después del triunfo futbolístico del mundial '78, Videla es reporteado por la plana mayor de la revista El Gráfico, su director Constancio C. Vigil y su jefe de redacción Ernesto Cherquis Bialo, quienes confiesan "lo placentera" que fue la entrevista y que "frente a él nos sentimos bien".

Por ese tiempo la revista Siete Días escribía que "ha llegado el momento en el que cada uno de los argentinos debemos levantar la voz en defensa de nuestro país para que en el mundo nos oigan claramente", a la vez que mencionaba a Julio Cortázar, Norman Briski, Tata Cedrón y otros exiliados como agentes subversivos que integraban una Red Antiargentina.

Otro "demócrata", Ramiro de Casabellas, buchoneaba desde La Opinión (31/10/76) a dignísimos abogados exiliados como Lucio Garzón Maceda y Gustavo Roca, en algún momento defensores de Agustín Tosco. En el mismo diario Luis Gregorich, al referirse al "gobierno" surgido en 1976, señalaba que postulaba "la defensa del pluralismo y de la organización democrática de la sociedad" (24/8/76).

Entre otros canallas se puede citar a Horacio Carballal, censor oficial en Canal 9; Claudio Escribano, luego subdirector de La Nación, quien en 1981 pronunció en la Asamblea de la SIP un discurso para descalificar las denuncias que venía realizando Jacobo Timerman a quien habían torturado y despojado del diario La Opinión; Daniel Mendoza, José Gómez Fuentes, Nicolás Kasanzew, fueron las caras visibles de la dictadura en tiempos de Malvinas, junto a quienes no daban la cara pues dirigían los noticieros como Luis Clur, Abel Maloney y tantos otros.

Con la televisión de la dictadura colaboraban Fernando Niembro y Marcelo Araujo contratando a falsos "héroes" yanquis de las series de entonces, como el caso de Lou Ferrigno, "el hombre verde".

Julio Ramos se enriqueció al crear el diario Ámbito Financiero (apodado "filibustero"), luego firme menemista y en la actualidad kirchnerista. En 1977 Aldo Proietto, colaborador del general Etchegoyen desde la dirección de prensa de la provincia del Chubut, con Daniel Garzón se hicieron cargo del aparato de prensa del EAM '78 que dirigía el almirante Lacoste. Garzón pasó a llamarse Galotto y con Proietto fueron parte de El Gráfico.

Hugo Ezequiel Lezama, elogiado por Camps, dirigía el diario Convicción, creado para la continuidad del "proceso"; en Tucumán Antonio Domingo Bussi le entregaba a Joaquín Morales Solá un pergamino en el que agradecía "su colaboración en la lucha contra la subversión"; en Santa Fe el apologista militar Evaristo Monti se apropió de un niño cuando la madre debió exiliarse; Vicente Massot, del reaccionario diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca, era otro fervoroso golpista; Félix Luna y el editor de Todo es Historia, Emilio Perina (en realidad Moisés Kostantinowsky), pusieron la publicación al servicio de José Martínez de Hoz (además se le editaba un pasquín llamado Precisiones que escribía José Gobello, por entonces columnista de los noticieros de Canal 11).

Carlos Acuña Ramos Mejía, luego columnista apologético de Seineldín en La Prensa, era presidente del directorio de la agencia oficial de noticias Telam durante la dictadura; el escriba menemista Carlos Tórtora fue en los '70 integrante de la Concentración Nacional Universitaria, hombre de López Rega y después de Massera, de quien fue asesor en materia de prensa y comunicación social, y redactor de los discursos de Ramón Camps; Guillermo Cherasny, era informante oficial de la marina...

El listado de estas "joyitas" del periodismo es interminable y el asco obliga a interrumpir el relato, por ahora. Vale, no obstante, cerrar con Carlos Varela, como Grondona dueño de algunas hectáreas en la rica pampa bonaerense, quien también supo tener alguna expresión autocrítica al confesar, en 1995, que en aquella época "amoldaba mi mensaje a lo que sabía y a lo que se podía decir (...) Aparecían todos los días quince muertos envueltos en lonas y yo era periodista y no puedo decir hoy que no sabía lo que pasaba. O sabías o no eras periodista". ¿Periodista? Tarde piaste.
Publicado en la Revista El Porteño, octubre de 1983
Foto: Fernanda Forcaia
Rescató Andrés Sarlengo en noviembre de 2005: "En La Trama Secreta de la Radiodifusión Argentina II, Horvath reseña el acertado intento de comunicación comunitaria. "Solamente teníamos la bocina y el micrófono y anunciamos nuestro propósito. Un hombre se acercó con tres discos. Le agradecimos pero le explicamos la imposibilidad de difundir música por no tener tocadiscos. Al rato otro trajo casetes y se llevó la misma respuesta: no teníamos grabador. Uno de los muchachos del barrio sugirió acercar una radio a transistores al micrófono para tener música, hasta que aparecieron dos pibes, cada uno con un parlante y una mujer con un pasacasete. Los vecinos comenzaron a comunicarse: se leyeron notas de felicitación por cumpleaños, un muchacho tocó la guitarra para los chicos de la villa. De esta manera se repite la experiencia sábado a sábado de 15 a 19. Las vecinas indican recetas de comida verdaderamente económicas y arriman discos para difundir. La propaladora acerca a los vecinos e informa sobre sus necesidades".

Tangas y Tongos mediáticos
Es cuanto menos insólito que a más de 20 años de la recuperación del orden constitucional en nuestro país permanezcan vigentes leyes impuestas por la dictadura más sangrienta que haya asolado la nación. Cuesta creer que tantos gobiernos hayan demorado la derogación de la 22.285/80 referida a la radiodifusión
Por Ricardo Horvath
El hecho viene demostrando a las claras el poder de los lobbies mediáticos que han apoyado en su momento la sanción de dicha ley y con posterioridad obtenido beneficios gracias a la imposición de modificaciones parciales para su propio beneficio.

Ahora el "izquierdista" –según La Nación – Kirchner, se despachó con un decreto netamente menemista "de necesidad y urgencia" por el cual nos beneficia con más basura televisiva. Por el 527/05 (1) se satisface a los pulpos mediáticos con 10 años de regalo para que sigan manipulando a la opinión pública, degradando con el show del rating más perverso que se haya conocido en la historia de la tevé de nuestro país. "Los monopolios de adoctrinación", como acertadamente los define Heinz Dieterich, nos atosigarán con reportajes edulcorados –chupa media le decíamos en el rioba– al gobierno necesitado de votos, como ya lo hicieron por la radio 10 –robada al municipio capitalino– el racista González Oro y Longobardi.

El mecanismo perverso que ha facilitado la concentración de grupos monopólicos de información ("medios de convicción" los llama el intelectual italiano Antonio Tabucci), ha sido analizado por quien esto escribe con documentación probatoria en libros como La trama secreta de la radiodifusión argentina y Los medios en la neocolonización. Y con artículos aparecidos en diversas publicaciones periodísticas como en intervenciones en foros nacionales e internacionales dedicados a la materia. Numerosos especialistas se expidieron al respecto. Salvo honrosas excepciones, el tema no interesó a los legisladores. Ni les interesa en la actualidad, salvo votar un inocuo proyecto para modificar el artículo 96 de la Ley 22.285 (2) que de hecho no se cumplía dado que, caída la dictadura, los militares dejaron su representación en el ComFeR, donde ahora el ex comisario cultural del menemato, Julio Bárbaro, se ocupa de satisfacer los reclamos de los monopolios.

En el parlamento el debate aparece y desaparece con la misma rapidez cada vez que hay un cambio de gobierno, o algún diputado valiente se decide a encarar la cuestión, aun sabiendo que por eso mismo ingresará de inmediato en la lista de "ninguneados" de los medios. En estos 21 años, asimismo, se formaron infinidad de comisiones dispuestas a investigar la materia y ofrecer alternativas válidas para una nueva ley de radiodifusión, cosa que suena a utopía. Es así que surge de inmediato la tentación de recurrir a la famosa expresión de Juan Domingo Perón (que a estas alturas no se sabe si real o no, pero que sin lugar a dudas suena como propia de su picaresca), de que es necesario formar una comisión cuando no se quiere dar solución a algún problema.

En algún momento en el Congreso de la Nación se instaló la cuestión del controvertido artículo 45 (3) en su momento modificado por el menemato para facilitar la concentración de medios a favor de los amigos de turno (Hadad, Moneta y compañía). Y después permitió la extranjerización de la radiodifusión. El justificativo, esa vez, tuvo características democráticas, amplias, pluralistas ya que se trató de facilitar el acceso a los medios electrónicos por parte de las cooperativas. Pero una vez más el carro se colocó delante de los caballos: dicho artículo está invalidado por resoluciones de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que lo ha declarado inconstitucional, mal que le pese al ComFeR, ente dedicado siempre a proteger a los poderosos. El debate, entonces, debería ser más profundo y centrado en la derogación de la 22.285 (que por otra parte los empresarios del sector no respetan en lo más mínimo) y darle al país un nueva ley. Una ley clara y terminante porque, como decía Raúl Scalabrini Ortiz, "lo que no se legisla explícita y taxativamente a favor del débil, implícitamente queda a favor del poderoso".

Si nos dedicamos a analizar la ley de la dictadura ubicada en su contexto, podremos observar que la misma no fue cuestionada en su momento y que, muy por el contrario, fue aplaudida por los empresarios del sector nucleados tanto en la Asociación de Teleradiodifusoras Argentinas (ATA) como por la Asociación de Radiodifusoras Privadas Argentinas (ARPA). Recién en 1982, al abrirse las licitaciones para la privatización, el empresario Héctor Ricardo García salió a la palestra con una serie de solicitadas en las cuales atacaba a dichas asociaciones destapando la olla podrida. Allí denunciaba a los amigos del "Proceso" como el diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca que gozaba del privilegio, junto a la iglesia, de tener medios gráficos y electrónicos pese al famoso artículo 45.

Convengamos que la 22.285, cuestionable en muchos aspectos, tiene una serie de elementos positivos que quedaron exclusivamente en el papel, como por ejemplo la defensa de la cultura nacional. Pero, como dice el refrán popular "haz lo que yo digo, no lo que yo hago". Volviendo a Perón, hombre ducho en materia de interpretación del sentimiento popular, también supo acuñar aquel famoso axioma de su movimiento: "mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar". Tanto sus herederos, como los continuadores en el ejercicio intercambiable de la presidencia, han preferido el doble mensaje reafirmando, entonces, la vigencia del sentir popular: del dicho al hecho, hay mucho trecho. O como desde el tango Somos como somos nos define Eladia Blázquez: "Nos gusta hacer las leyes/ después crear la trampa,/ tirando por la rampa, las 'tangas' a rendir". Al que le quepa el sayo que se lo ponga.

(1) Decreto 527/05 Suspéndense por el plazo de diez años los términos que estuvieren transcurriendo de las licencias de servicios de radiodifusión o sus prórrogas previstos en el artículo 41(*) de la Ley Nº 22.285 y sus modificatorias.

(*) Artículo 41. - Las licencias se adjudicarán por un plazo de Quince (15) años contados desde la fecha de iniciación de las emisiones regulares. En el caso de estaciones de radiodifusión ubicadas en áreas de frontera o de fomento, el Poder Ejecutivo Nacional podrá adjudicarlas por un plazo de Veinte (20) años. Vencidos estos plazos, podrán ser prorrogadas por única vez y a solicitud de los licenciatarios, por Diez (10) años. Este pedido deberá efectuarse, por lo menos, con Treinta (30) meses de anticipación a la fecha del vencimiento de la licencia respectiva. El Comité Federal de Radiodifusión deberá resolver dentro de los Cuatro (4) meses de formulado el pedido. Dieciocho (18) meses antes del vencimiento del plazo originario de la licencia, o de su prórroga, el Poder Ejecutivo Nacional autorizará el llamado a concurso público para el otorgamiento de una nueva licencia. En este último caso y en igualdad de condiciones, tendrá preferencia el licenciatario anterior.

(2) 
Artículo 45.- Las licencias se adjudicarán a una persona física o a una sociedad comercial regularmente constituida en el país.
Cuando se trate de una sociedad comercial en formación, la adjudicación se condicionará a su constitución regular. Tanto la persona física cuanto los integrantes de la sociedad comercial , deberán reunir al momento de su presentación al concurso público y mantener durante la vigencia de la licencia, los siguientes requisitos y condiciones:
a) Ser argentino nativo o naturalizado y mayor de edad;
b) Tener calidad moral e idoneidad cultural acreditadas ambas por una trayectoria que pueda ser objetivamente comprobada;
c) Tener capacidad patrimonial acorde con la inversión a efectuar y poder demostrar el origen de los fondos;
d) No estar incapacitado o inhabilitado, civil ni penalmente para contratar o ejercer el comercio, ni haber sido condenado o estar sometido a proceso por delito doloso, ni ser deudor moroso de obligaciones fiscales o previsionales;
e) No tener vinculación jurídica societaria u otras formas de sujeción con empresas periodísticas o de radiodifusión extranjeras, salvo que los acuerdos suscriptos por la República Argentina con terceros países contemplen tal posibilidad;
f) No ser magistrado judicial, legislador, funcionario público, ni militar o personal de seguridad en actividad.

Ante propuestas similares y sin perjuicio de lo establecido por el Artículo 41, será preferida aquélla cuyos integrantes acrediten mayor idoneidad, experiencia y arraigo.
En el supuesto que la oferente se halle conformada por sociedades, los requisitos y condiciones precedentemente mencionados, excepto el inciso c), deberán ser acreditados por los integrantes de su órgano de administración y el de las últimas nombradas.
(Artículo sustituido por art. 6 del Decreto N°1.005/99 B.O. 27/9/1999)

(3) 
Artículo 96. - El Comité Federal de Radiodifusión será un organismo autárquico, con dependencia del Poder Ejecutivo Nacional. Su conducción será ejercida por un Directorio formado por Un (1) presidente y Seis (6) vocales designados por el Poder Ejecutivo Nacional a propuesta del organismo que representan; durarán Tres (3) años en sus funciones y podrán ser nombrados nuevamente por otros períodos iguales.

Los miembros de su Directorio representarán a los siguientes organismos: Comandos en Jefe del Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea, Secretaría de Información Pública, Secretaría de Estado de Comunicaciones y Asociaciones de Licenciatarios, Uno (1) correspondiente a radio y el otro a televisión.

Como órgano asesor del Directorio actuará una Comisión formada por representantes de todos los Ministerios del Gobierno Nacional y de la Secretaría de Inteligencia de Estado.

Publicado por Red Eco Alternativo, 18 de Julio de 2005

Tinta insurgente
Ricardo Horvath publicó "Revolución y periodismo", un ensayo sobre el rol de la prensa en los movimientos de cambio a lo largo de la historia argentina y latinoamericana. "El periodismo nació revolucionario", desafía Horvath. Desde la Revolución Francesa hasta el papel de Jorge Ricardo Masetti, Ernesto Guevara y Rodolfo Walsh, un recorrido por las plumas más activas, y una provocación a las jóvenes generaciones para que tomen la posta
Por: Jairo Straccia
Ricardo Horvath es el hombre, de blanca barba y lentes amplios, que después de leer y releer, desentrañar y ordenar un archivo de años de trabajador de prensa, se puso a escribir sobre el periodismo ejercido por personas que miran y piensan más allá de las paredes de una redacción.

¿Por qué relacionar la actividad periodística con los procesos revolucionarios? ¿Cómo se le ocurre, ahora que "nadie quiere cambiar el mundo", usar la palabra "revolución"?
Me parece que no es una palabra olvidada, por lo menos acá en América Latina. En realidad el título creo que es obligado. Es un trabajo que yo venía pergeñando hace años. Al volver a leer viejos libros y recuperar algunas cuestiones que tienen que ver con la historia, llegué a la conclusión de que el periodismo nació revolucionario.

¿Por qué?
Mi conclusión es que el periodismo nació con la Revolución Francesa. Pero ese periodismo nace revolucionario porque los revolucionarios de 1789 comprenden que la única forma que tienen para sacar a la reyesía, a los señores feudales del poder e instaurar un nuevo poder era a través de la ideología. Pero la ideología debía estar en la punta del fusil. Entonces para tomar la Bastilla debían tomar el fusil, pero previamente tuvieron que influir sobre la sociedad e influyeron a través de la prensa, prensa que era perseguida por los reyes pero ellos insistieron. Un periodismo que era revolucionario y que está en quienes ocupan el poder con el triunfo de 1789. La mayoría o todos eran periodistas, o escribían o creaban periódicos. Además comienza una competencia feroz, primero para liquidar a los periódicos de la reyesía o cortarles la cabeza a los reyes en la guillotina, y segundo para poder estar en el poder e imponer cada uno sus ideas de centro, de derecha o izquierda, que allí nacen.

En el libro, Ud. vincula ese periodismo revolucionario con los hombres que en estas tierras llevaron adelante la Revolución de Mayo de 1810. ¿Cómo ocurre?
Previamente, Juan Jacobo Rousseau, cuando escribe su Contrato Social está planteando toda una ideología en torno al poder. No es casual que en nuestro país se traduzca El Contrato Social, y que se edite aquí. Lo hacen los revolucionarios de mayo. Ese periodismo también llega a nuestro país. Llega con Mariano Moreno, con Manuel Belgrano, con Juan José Castelli con Bernardo de Monteagudo, que también eran jacobinos, es decir, eran revolucionarios, cortaban cabezas, no en vano lo fusilan a Santiago de Liniers. En nuestra historia todo esto aparece como tapado, acallado.

Y su idea es que es periodismo alcanza un punto de inflexión en el siglo XX de la mano de Jorge Ricardo Masetti, Ernesto Guevara y de Rodolfo Walsh.
Esos tres periodistas argentinos jugaron un rol fundamental en América Latina. La conclusión del libro es con estas tres figuras que pertenecen a una misma generación, y a distintas ideologías. Se muestra cómo se entrecruzan ellos y terminan planteando una misma ideología. Su punto en común es la lucha por el socialismo. Masetti –que viene de la derecha, del nacionalismo, de la Alianza Libertadora Nacionalista, un grupo de choque de derecha-, impresionado por los acontecimientos que se estaban dando en Cuba, viaja a Cuba. Él mismo relata en su libro "Los que luchan y los que lloran" la mutua desconfianza entre él y Guevara cuando se conocen. Él inclusive cuenta que le sorprendió verlo a Guevara que llegaba con su mulo, cuenta que era una réplica de Cantinflas, por la barba y demás. Ese libro, que sale por el 58, en su reedición posterior tiene un prólogo de Rodolfo Walsh. Ahí aparece una conexión. También aparece una conexión previa entre Walsh y Guevara cuando Guevara siendo joven hace el recorrido por el sur argentino y pasa por Choele Choel donde había nacido Walsh.
Ahí da la casualidad que se le descompone la moto. Hay una serie de cosas que dan la sensación de que hay una unidad sin conocerse, y terminan los tres en el 59, creando Prensa Latina, una agencia de noticias de contrainformación o alternativa, o alterativa, como se ha creado el término ahora. Porque no solamente ofrece una visión distinta sino que busca alterar el orden establecido. Los tres terminan siendo periodistas. El propio Walsh cuenta cómo eran distintos los tres, pero cómo los tres se decidieron por la lucha armada y la llevaron hasta las últimas consecuencias. No solamente como periodistas, sino en el aspecto revolucionario, en la acción concreta, y esto también lo pudimos ver con los realizadores de la Revolución Francesa, que además de periodistas y políticos, crearon periódicos y escribieron.

El periodismo, entonces, ¿es imprescindible para una revolución?
Eso sería exagerado. Al contrario, no hay ningún periódico, ni ningún periodista que pueda hacer la revolución. La revolución la hacen los pueblos, o un núcleo acompañado por el pueblo. Si no tienen la compañía del pueblo son derrotados. Pero necesitan los medios de prensa para explicar por qué están haciendo eso. Los periodistas tienen que acompañar la revolución. Porque no nos debemos olvidar de que todo movimiento revolucionario tiene que enfrentar la contrarrevolución de los medios del sistema, que estigmatizan a todos los sectores revolucionarios, inclusive a aquellos sectores que podemos considerar revolucionarios, no desde el punto de vista de la lucha armada, sino revolucionarios por sus planteos hacia el futuro, por sus planteos de cambio. Y esto lo vemos hoy en día con la campaña de los medios contra Hugo Chávez durante largos períodos. Hoy en día no sale nada porque la contrarrevolución fue derrotada. La contrarrevolución en Venezuela está dirigida por los medios, que se han transformado en un partido político y el pueblo no les cree.

Siglo XXI
¿Por qué parece haberse apagado en estos tiempos ese legado de Guevara, Masetti y Walsh en la actividad periodística?
Por la gran derrota de la década del 70. No por casualidad, en nuestro país hay más de cien periodistas asesinados y desaparecidos. Un poco aparece esto también en el libro en forma resumida. Y toda esa derrota que también se expresa en la dificultad cada vez mayor de los sectores populares de poder contar con diarios. La izquierda, que tiene una tradición de periodismo que se expresa en el libro, de publicaciones escritas que es la tradición europea que llega a nuestro país, no comprende el nuevo fenómeno de la comunicación, que es fundamentalmente la radio y por otro lado Internet. Ignacio Ramonet lo dice muy claramente, en América Latina, más que Internet, la radio.
Porque Internet, en última instancia, llega a una clase social reducida, pese a su importancia y a su necesidad de desarrollarla.
Pero en América Latina es más fácil llegar a las grandes masas analfabetas por la capacidad de llegada que tienen las ondas de expansión y además por la influencia que tiene la voz sobre el que está escuchando. La izquierda no lo entendió nunca. Yo también en mi libro planteo una crítica a la izquierda, inclusive utilizando al propio Lenin. Antes de que apareciera la radio en el 20, en 1918 Lenin escribía que la radio es el periódico sin papel y sin fronteras. Es decir estaba diciendo lo mismo que él ya había teorizado previamente sobre el rol del periódico como un organizador colectivo. Eso lo había hecho ya a su vez José Martí, quien en 1892 o 1893 plantea la necesidad de crear un partido revolucionario que tuviera un periódico, por eso crea el periódico Patria, que es el órgano oficial del partido y que expresa esa línea.

Usted menciona una "tradición de la izquierda" en cuanto a publicaciones. Más allá de la incomprensión del fenómeno de la comunicación que remarca, ¿hay hoy alguna nueva vertiente periodística del sector?
Esa tradición de izquierda llega hasta el diario Sur, un intento de la izquierda con distintos sectores que ya habían hecho la experiencia del diario La Calle en la década del 70, y que duró poco tiempo porque fue clausurado. El tema es cómo sostener un diario, intentando competir con los grandes monopolios tipo Clarín. En vez de pensar en un diario alternativo, pequeño, pensaron un diario en grande , y esto te produce una crisis tremenda.
Entonces a ese periodismo se le hace más difícil poder expresarse. Sin embargo, podemos decir que es un periodismo que va reapareciendo en las nuevas generaciones a partir del periodismo alternativo. O en las radios alternativas, o en los periódicos barriales o en las publicaciones que están apareciendo en Internet, o en el periódico Madres de Plaza de Mayo, que ahora vuelve a aparecer o en distintas publicaciones, por ejemplo lo que está haciendo Luis Bilbao ahora con América XXI, donde aparece la otra voz, la defensa del movimiento bolivariano. O Enfoques Alternativos, que es un mensuario, donde aparecen voces críticas, y donde periodistas con expresiones alternativas pueden ir expresándose, cosa que no pueden hacer en los grandes medios.
Los intentos por generar publicaciones críticas, independientes y de contenidos que se opongan a los monopolios o corporaciones producen una disyuntiva en el profesional del periodismo. Muchas veces las únicas formas de poder subsistir están en los medios "del sistema".

¿Cuál es su visión a partir del recorrido que hace en el libro?
El periodista no trabaja donde quiere sino donde puede. Entonces el periodista como profesional está obligado a seguir la línea de un periódico, pero después está lo alternativo. Es lo que planteaba Martí: "Yo realizo la labor de periodista que es el trabajo de pan ganar", es decir, como profesional me gano el pan escribiendo notas en distintas publicaciones, y como revolucionario escribo en este periódico (Patria) donde puedo marcar mi línea. Esto es lo que hizo Gregorio Selser, por ejemplo. Él era un profesional del diario La Prensa, un diario ultra reaccionario. Ahora cómo él pudo escribir todo lo que escribió sobre América Latina, o sobre las invasiones yanquis a América Latina, o descubrir que existió Sandino. Tenía un archivo impresionante en el diario, porque todos los cables que La Prensa no publicaba los archivaba él, entonces en la década del 50, en el 57 creo, salió "Sandino, general de hombres libres", y nuestra generación que no sabía un carajo de Sandino, lo descubrió ahí, por Selser.
Entonces siempre existió ese periodista alternativo, revolucionario, que intentó influir sobre la sociedad más allá de su profesión donde debía escribir lo que le ordenaba el jefe porque si no lo despedían.

¿Cuál ha sido su intención con la publicación de este ensayo?
Lo que intento en este libro es simplemente un esbozo, un libro que está hecho como una provocación a las jóvenes generaciones de periodistas, para que sepan que el periodismo nació revolucionario, para que investiguen más a fondo y también para que averigüen cómo continuó ese periodismo hasta nuestros días. La idea es esa recuperar ese periodismo, aunque sea a vuelo de pájaro. Ese periodismo tiene que ser conocido por todos aquellos que no lo conocieron y para que aquellos que tengan mayor interés vayan a los archivos, a las bibliotecas y rebusquen papeles. Decir existió en nuestro país y existió permanentemente a lo largo de nuestra historia, y todavía resiste. No solamente existe si no que resiste.

“Los intelectuales se vendieron por un plato de lentejas"
Sábato aconsejaba a los jóvenes escritores que no trabajaran como periodistas para no caer en el problema de la redacción...
Si, pero ¿cómo hacés?. De algo tenés que vivir. Yo no escribo más porque tengo que trabajar, no tengo quien me sostenga, no tengo becas ni recibo premios de ningún lado.
Trato de mantener mi independencia y esto también te ata mucho. Por otro lado, no me gusta aislarme de lo cotidiano y vivir de fantasías, entonces el periodismo me ofrece estar en contacto con la realidad. Me mufa, me crea problemas, conflictos, me genera amenazas pero también ser así te da cosas lindas como cuando la gente te dice que sigas así, firme, o al revés, cuando te dicen que no están de acuerdo con lo que decís sobre algún tema y entonces tenés la posibilidad de confrontar ideas, alga que es muy rico.

Para tus escuchas vos transmitís autenticidad, algo poco común en estos días...
Puede ser. A mí no me gusta hablar en teoría. Si yo insisto en sostener que hay que cambiar los medios de difusión como para transformarlos en medios de comunicación, entonces tengo que comunicarme con la gente y a través del micrófono no te comunicás. Te comunicás cuando la gente te ve en una charla, o cuando te llaman los jóvenes estudiantes y te piden que seas su padrino de tesis o te piden algún material sobre radio porque tienen que hacer algún trabajo. Todo esto me lleva mucho tiempo y no quiero dejar de hacerlo, no me gusta pregonar una cosa y hacer otra. Pero volviendo a lo de Sábato, no coincido con él, creo que el intelectual no debe estar encerrado en una torre de marfil. Debe encerrarse para crear, pero a su vez debe estar en contacto con la gente. El intelectual debe ser siempre un contestatario, no debe ser un hombre al servicio del sistema, o al servicio de una empresa.

¿Vos sentís que el intelectual actual, en términos generales, no está comprometido con su tiempo?
Yo creo que en la actualidad, los intelectuales se vendieron por un plato de lentejas. No digo todos, porque hay gente que respeto muchísimo por sus actitudes, pero una gran mayoría entró en el posibilismo, primero con Alfonsin y ahora mucho más con Menem. Es decir, estamos en el neoliberalismo, se murió la historia y todos aceptamos esta muerte, pero los que salimos a decir que la historia no se murió, al poco tiempo podemos demostrar que teníamos razón. Cuando hablo de posibilismo me refiero a esa actitud de decir "trato de hacer guita, de estar cómodo, de no comprometerme". No sé si será por el compromiso de los '60 ó de los '70 que muchos bajaron los brazos y dieron marcha atrás.

¿Cómo analizás el hecho cultural en nuestro país?
La cultura no existe, al gobierno no le interesa. Tampoco le interesaba a los radicales, pero al menos éstos sacaron la cultura ala calle. El menemismo liquidó todo, hasta el hecho de que la gente se pueda divertir gratuitamente viendo un recital de León Gieco en un parque. Por eso el teatro oficial está como está. Quizá para ellos cultura sea hacer de vez en cuando un seminario de algo y nada más o gastar millones de dólares en traerlo a Pavarotti -que no me parece mal- pero ¿Qué ocurre mientras tanto con la cultura regional, con los músicos, con los artistas plásticos o con nuestros poetas que no tienen posibilidad de publicar su obra?

La dupla Eduardo Aliberti-Ricardo Horvath lleva muchos afros en el programa radial "Protagonistas", ¿qué los une y que los diferencia?
Nos une todo y nos diferencia todo. Nos une lo profesional, el coincidir en muchas cosas y disentir en muchas más. Nos une el saber que hay que modificar la radio, pero tenemos criterios diferentes en cuanto a cómo hacerlo.

¿Cuál es el perfil de radio que proponés vos para el momento actual?
Yo no me inclino hoy en día por una radio prolija, lujosa, más bien pienso en una radio abierta para todas las inquietudes, una radio de mucho impacto que posibilite la participación de la gente y de los mismos periodistas. Una radio que a lo mejor puede tener muchas desprolijidades, pero que sea una radio caliente, que no quede como una radio fría como suele ser la FM en donde todo sale prolijito, en donde todo sale bien. Creo que en esta coyuntura hay que hacer una radio de ida y vuelta más espontánea, con un lenguaje popular—sin caer en lo chabacano— que las gente vea que el que hace un programa de radio es un ser de carne y hueso y no un ídolo, porque los ídolos se vienen abajo rápidamente.

¿Qué debe ofrecerle la radio a la gente?
La radio debe darle información pero no tantas noticias superfluas como le da hoy en día a la gente, porque al final termina desorientádola. Debe exponer las noticias básicas imprescindibles del día y a partir de ahí debe generar el análisis de por qué ocurre ésto y hacia dónde van los acontecimientos. También debe posibilitar la formación de los seres humanos, en todos los planos, resaltando la solidaridad hacia los demás. Una formación por el lado cultural, pero no desde lo que se habla en la élite intelectual, sino cultural desde lo antropológico, hablando del hombre concreto, mostrando todas las culturas regionales, difundiendo todo aquello que el hombre produce. Este es un pueblo que tiene infinidad de escritores, artesanos y artistas plásticos.
Entrevista de  Luis Raúl Calvo y Roberto Di Vita en la revista Generación Abierta

Blackie fue muy impotante en su carrera, hasta escribió un libro...
Empecé de casualidad con ella. Me acababan de echar de una editorial y fui a trabajar al noticiero de Canal 9. Estaba desconforme con lo que estában haciendo y Julio Pico, que era el gerente artístico, me comentó que Blackie volvía a la televisión después de su enfermedad. Iba a hacer "Derecho a Réplica" y me sumé a la producción. Cuando murió, sentí la necesidad de escribir un libro sobre ella. Dio la casualidad de que estaba escribiendo para la revista "Todo es Historia" y me lo editaron. Los libros me apasionan pero no dan para vivir.

¿Cómo era ella?
Irreemplazable. Hoy en día no hay ningún productor de radio o televisión de su nivel. Conducía varios programas de T.V. y radio a la vez y los producía. Más tarde empecé a hacer radio con ella.

¿Qué fue lo que más lo marcó?
Su profesionalismo. Me "cagaba a pedos" todo el tiempo. Era una madre y como tal, era "jodida". Nos hacía estar atentos hasta los fines de semana. Aprendí mucho a pesar de que ya tenía mi escuela. Trabajé con Juan Gelman, Enzo Ardigó, Jorge Cané y tantos otros. Ellos me enseñaron a abrir las puertas. También aprendí que uno en los medios dura poco. Pero eso es una ventaja, porque no te burocratizás. Pasás de comer con el mejor vino a cenar un sandwichito con un vaso de agua.

¿Para durar en un medio sin transar hay que generar dinero?
Si lo encarás por ese lado siempre perdés. Porque pasás a depender del anunciante, el partido político o el gobierno que te respalda. Hablar de periodismo independiente no tiene mucho sentido. Siempre tenés arriba un jefe, jefecito o jefazo. Dependés más del respeto que te ganaste, aunque también se puede volver en tu contra. O podés convertirte en un empresario de tu persona. Es el caso de Neustadt, Hadad o Varela. Ellos son empresarios que venden su nombre como una marca y hay empresas que los apoyan. Pero no son periodistas.

¿Terminan como voceros de esas empresas?
Sí. A Neustadt le pasó. Se tiró contra Sevel y Macri le retiró la publicidad. Y nadie protestó ni habló de censura.

Usted trabaja en una radio que depende de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Tiene libertad para criticar?
Sí, eso es algo que le agradezco a Rubén Machado, el director. El planteo fue ese desde el principio. Digo siempre lo que pienso. Hago política, pero no política partidaria, que me tiene decepcionado y me parece que a la sociedad también. En mi programa aparecen personajes del ámbito social pero nunca políticos. Se habla de tango y de lo que ocurre en la sociedad. Pero no reniego de la política. El otro día un oyente me dijo: "el hombre es un animal político. Si se le saca la política es un animal". Yo opino y me quejo. Hasta planteo cuestiones internas de la radio públicamente y nadie me dice nada.

¿Cómo es hoy el público de tangos?
Estoy notando que hay mucha juventud en los músicos, pero el público tiene canas. De 40 para arriba y hasta los 70. Cada vez hay más jóvenes tocando y bailando tango con alta calidad, pero pocos presenciándolo. Me llama la atención pero no tengo una teoría al respecto. La desgracia del tango es que los artistas deben esperar. El gran Goyeneche fue el de los ´50 y tuvo suceso en su ocaso. Es un tema complejo y tiene que ver con el espíritu del porteño.

¿Usted tiene una postura política?
Soy un hombre de izquierda que no se identifica con ningún partido. Me parece que se pelean por pequeñeces. Soy apartidario. Ni apolítico ni independiente. Sueño con la utopia de Jesús: que todos sean iguales y tengan los mismos derechos a la salud, educación y trabajo. Es difícil.

¿Cómo vota?
Pocas veces voté en blanco y nunca lo hice en chiste. Por lo general voto en contra. Aunque en la próxima pienso seguir el consejo de un cura villero y poner en la urna una estampita de San Cayetano. Sería un voto pidiendo trabajo. Estoy casi decidido porque me pareció una brillante idea.
Entrevista de Gustavo Masutti Llach para la Revista Ahora - Diario Crónica, 2001

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