martes, 18 de noviembre de 2014

José Ricardo “Pepe” Eliaschev 1945 -2014

El periodista tenía 69 años y padecía cáncer. Hacía diez días que su estado de salud había empeorado. Tras una dilatada carrera, que incluyó durante varios años una columna en la agencia Noticias Argentinas, el periodista estaba al frente de su programa "Esto que pasa", por Radio Mitre
El reconocido periodista José "Pepe" Eliaschev murió esta madrugada a los 69 años, luego de padecer un cáncer de páncreas.
"Estaba muy enfermo, la luchó hasta el final, falleció esta madrugada en Buenos Aires. Sus restos serán velados en una ceremonia íntima", informó el periodista Marcelo Longobardi por Radio Mitre, tras recibir la llamada de Victoria, la esposa de Eliaschev.
El periodista había nacido el 31 de mayo de 1945 en Buenos Aires, nieto de inmigrantes judíos provenientes de la actual Ucrania y Moldavia.
Pepe egresó del Colegio Nacional de Buenos Aires en 1964. Entre los 15 y los 25 años participó de diferentes experiencias de militancia estudiantil. Comenzó en el oficio periodístico en 1964 con la revista Todo, fundada por Bernardo Neustadt en Buenos Aires, en los años 60. En 1967 se estrenó como periodista radial en Radio Municipal.
Eliaschev mantuvo durante años su programa radial "Esto que pasa" y fue director de Radio Municipal; además trabajó en varias revistas emblemáticas durante la década del '60 como Gente, Confirmado y Análisis.
Tras pasar dos años en Roma, Eliaschev se acercó al peronismo de izquierda y, ya de regreso al país, se convirtió en redactor de la revista El Descamisado. Ese antecedente, además de su clara postura frente al asesinato del sindicalista José Rucci, le valieron una amenaza de la Alianza Anticomunista Argentina (más conocida como Triple A), en 1974. Empujado al exilio, se instaló junto a su esposa, María Victoria Vrljicak, en Caracas; luego, contratado por The Associated Press (AP), partió rumbo a Nueva York.
Prohibido por la dictadura argentina, cesó su actividad como corresponsal de Radio Mitre, y comenzó a trabajar para medios de Venezuela e Italia. Entre 1981 y 1984, se asentó en México, donde publicó USA, Reagan, los años Ochenta, un libro que analizaba la llamada "revolución conservadora estadounidense", y regresó al país en plena primavera alfonsinista.
Fue columnista en radio Continental, y puso un pie en televisión dentro del exitoso ciclo Badía & Cía., emitido por Canal 13. Y fue con Cable a tierra, el programa que condujo en ATC entre 1985 y 1986, que consiguió ganar popularidad y establecerse como una de las caras visibles de los nuevos aires que traía la restauración democrática.
Su programa Esto que pasa se mantuvo al aire durante veinte años ininterrumpidos, entre 1985 y 2005, cuando fue repentinamente levantado de la grilla de radio Nacional, al parecer, por la postura crítica que Eliaschev tenía hacia el gobierno kirchnerista. Tras pasar por varias señales alternativas, en 2012 tuvo su triunfal regreso a radio Mitre.
También tuvo su paso por la televisión con intervenciones en varios ciclos famosos como Badía y Compañía y luego condujo su programa Cable a Tierra, por ATC (ahora Canal 7), donde obtuvo popularidad.
Eliaschev escribió una decena de libros, entre ellos "Esto que pasa"; "Los hombres del juicio"; "Lista Negra, la vuelta de los '70"; "USA y después" y "La intemperie".
Sus últimos tareas periodísticas fueron en Radio Mitre, donde conducía su famoso programa "Esto que pasa", y como columnista del bisemanario Perfil, entre otros medios.
Tuvo oportunidad de entrevistar a personalidades internacionales como: Cassius Clay, Ted Kennedy, Raúl Alfonsín, José Mujica, Eduardo Frei, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Ernesto Sábato y Augusto Roa Bastos.
El periodista y escritor, tenía una vasta relación e identificación con la comunidad judía, como descendiente de inmigrantes que llegaron al país como consecuencia de los pogroms zaristas.
A principios de año Eliaschev se había sometido a una operación en el Sanatorio de Los Arcos para combatir esta enfermedad. por tal motivo debió ausentarse durante semanas de su programa.
"Les habla Pepe Eliaschev, con un enorme abrazo a toda la gente que ha estado cerca de mí en estas semanas. Aquí está comenzando, Esto que Pasa este 30 de mayo de 2014. Es el momento que he elegido para decir algunas cosas. Naturalmente, no estoy en el estudio de Radio Mitre, al que siempre identifiqué y "mapeé" con el nombre y el número de la calle: General Lucio Norberto Mansilla, número 2668. Hablo desde mi casa, y quiero, como periodista, decir lo que tiene que decir un periodista, informar: estoy bien. Fui sometido a una operación muy importante y todo sugiere que fue exitosa. Importante desde el punto de vista de que me han abierto la panza y los cirujanos han hecho lo que tenían que hacer. Todo parece indicar que el rápido diagnóstico que se me hizo y la recuperación posterior han sido claves en que pueda permitirme aspirar a un futuro propicio, luminoso y fecundo. Es un momento muy particular para mí", explicó en ese entonces a sus oyentes.
"Claro que la perspectiva de muerte asusta. Por supuesto que la enfermedad asusta. Los seres humanos tenemos que ser, en ese sentido, muy directos, no digo valientes, pero sí muy frontales. Pero el susto y la inseguridad disminuyen cuando uno se encuentra tan contenido, tan lleno de amor. Sin amor no se va a ninguna parte y yo soy en ese sentido muy afortunado, porque tengo ese amor y lo recibo a raudales", había confesado además el periodista tras su internación.
Autor de diez libros y de célebres entrevistas a presidentes, autores y hasta dictadores, el periodista se mantuvo crítico de las políticas del Gobierno kirchnerista
En el archivo de las Señales, Eliaschev habla del trabajo del periodista, los medios del "interior", el debate por la Ley de Medios, cómo es el ejercicio periodístico en las radios oficiales y un recuerdo por su paso en la dirección de Radio Municipal de Buenos Aires, entre otros temas:
Eliaschev: “El periodismo en las provincias debe dejar de comprar lo que viene de Buenos Aires”
El periodista, José “Pepe” Eliaschev analizó la influencia de los grandes medios en el resto del país y la peligrosidad de la inmediatez.”Me irrita que los diarios de las provincias titulen con noticias que son importantes en Buenos Aires”

¿Cómo analiza el trabajo del periodista?
La tarea del periodista no ha cambiado mucho el estilo, la esencia del periodista es la misma, trabajar en la información, tratar de ser riguroso. Es cierto que es más superfluo el tratamiento que se le da a la noticia por la dinámica que obliga la información al instante, más liviano el trabajo, pero hay periodistas quizás seamos los menos, que intentamos ser profundos, desde la radio, la televisión, Internet o en los diarios. Esta la tentación permanente a la frivolidad pero es una tentación que se puede vencer.

¿Y la relación entre los medios de Buenos Aires con los del interior del país?
El desequilibrio sigue siendo muy fuerte, pero va más allá de la tarea propia del periodista, la frase “Dios atiende en Buenos Aires”, hay mucho de eso, el periodismo que se hace en el país al margen de Buenos Aires, tiene que recuperar su propia dignidad, reafirmar su propio orgullo, en la tarea propia de cubrir lo local, con mucha rigurosidad, sin renunciar a lo que ocurre en el país. Me irrita que los diarios provinciales titulen con lo que por ahí es importante en Buenos Aires.

¿A que obedece esta tendencia?
A menudo hay una tendencia a recoger lo que viene de afuera como si fuese lo más importante, y quizás lo sea, pero hay que hacerlo con un nivel de paridad y exigencia con lo que ocurre en cada provincia, para jerarquizar la tarea.
Quizás lo que consume la gente de canales como TN, por dar un ejemplo empuja a los editores de diarios a creer que eso es lo que le importa.
Puede ser, cada vez es más difícil hablar de regionalización del periodismo en tiempo real, hay que admitir que no debe ser tan sencillo para el medio local estar ajeno a lo que ocurre en el mundo o en el país. El periodismo se jerarquiza y relegitima, honrando y respetando a su propia audiencia cautiva.
Uno de los ejemplos del impacto que tienen los medios de Buenos Aires en las provincias, fue el tiempo del conflicto agrario, la gente hablaba del campo argentino y en Misiones no tenemos soja.
Si, cuando todo se generaliza y se simplifica pierde categoría, desde luego que el país es mucho más diverso que eso, pero seguimos siendo una sociedad bastante incomunicada.

"Me lo tenía merecido"
Pepe Eliaschev acaba de publicar "Me lo tenía merecido", un libro de memorias que describe como un strip tease alevoso. Eliaschev habló con la revista ADN, que sale mañana con el Diario La Nación, y entre otros hablo de estos temas:
¿Cómo acompañó el periodismo estos años de democracia?
Cuesta abajo. Tengo una impresión realmente muy apesadumbrada sobre el estado del periodismo argentino, en particular el electrónico, con la TV a la cabeza, que ha vivido un retroceso con respecto a las armas de nuestra profesión y a nuestra relación con la lengua castellana. Entre 1983 y 2009 veo una marcha atrás, porque el periodismo se ha ido impregnando de unos valores nefastos. Hoy, en materia electrónica, se asemeja a la industria de los bienes raíces, los espacios están comercializados sin límites, ha desaparecido la responsabilidad editorial, hay una banalización deliberada de la vida cotidiana.

¿Cómo se lleva con los comentarios de los lectores en su blog y en sus columnas en Internet?
Acabo de pedir al editor de mi blog en Perfil que elimine los comentarios. Creo que se ha producido una democracia electrónica aparentemente irrestricta, que ha sido sencillamente deglutida por la muchedumbre como un método para preservar el derecho al insulto desde el anonimato. Es muy minoritaria la cantidad de personas que ejercen esa ciudadanía de manera responsable. Y eso no tiene que ver ni con Kirchner, ni con la dictadura militar, ni con la debacle de la Alianza. Esto no es un producto de los políticos, sino un rasgo fuerte del ADN argentino. Hay una muy escasa vocación civil. En ese sentido, padecemos una especie de indigencia ciudadana, seguimos prefiriendo el escrache, las "capuchas electrónicas". El individuo que se sube a mi blog y me insulta puede decir las barbaridades más grandes sin ninguna responsabilidad.

Locos por las leyes
Como si el problema fueran las leyes y no su cumplimiento, ahora el Gobierno promete que la Argentina se apresta a establecer un nuevo marco normativo para organizar el fenomenal caos en el que coexisten las diferentes industrias audiovisuales.
Por: Pepe Eliaschev
Como si el problema fueran las leyes y no su cumplimiento, ahora el Gobierno promete que la Argentina se apresta a establecer un nuevo marco normativo para organizar el fenomenal caos en el que coexisten las diferentes industrias audiovisuales.
Es mentira que, con una nueva ley, ahora sí habrá progreso y equidad en radio y televisión. El berenjenal actual, la anomia estructural en que viven los medios electrónicos, no es el resultado de esta, ni otra ley en vigencia.
En la Argentina las leyes y normas son promulgadas de manera prácticamente virtual. La clave está en el escaso, accidentado o nulo cumplimiento de todo instrumento que se proponga aportar orden, racionalidad y criterios a los medios de comunicación.
El argumento preferido del Gobierno en esta inminente elevación de un proyecto de ley de medios que pagaría la “deuda” de la politica con la sociedad, es que la norma teóricamente en vigencia fue perpetrada por un gobierno de facto, y su subsistencia de casi 30 años es una reliquia maloliente.
Es sencillo y popular afirmar que nada puede tener de bueno una “ley” descerrajada por una dictadura y que al pie llevaba, en ese hoy remoto 1979, las firmas de Videla, Harguindeguy y Martínez de Hoz. Argumento eficaz y taquillero, sí, pero esencialmente engañoso.
Si los medios electrónicos operan hoy en un demencial desquicio, no es por esa ley, sino porque, en lugar de derogarla y reemplazarla por una nueva, moderna, democrática, rigurosa y realista, la fueron remendando con parches y ajustes que terminaron en el actual desesperante panorama. Concentrados, vitalicios, empujándose unas a otras, radios y televisiones libran hoy una batalla sin códigos, una guerra sin normas ni poder de policía.
Tras cinco años y nueve meses de gobierno, Néstor y Cristina Kirchner van ahora por los medios por mera y ramplona necesidad. Pero hasta ahora, ¿qué hicieron en la materia? ¿Cuáles fueron sus pasos desde mayo de 2003 para preparar la inminente elevación al Congreso de un proyecto del que nazca, tres décadas más tarde, una nueva ley, que –ésa sí– sería cumplida?
El decreto 527, “de necesidad y urgencia”, firmado por Néstor Kirchner el 20 de mayo de 2005, a menos de dos años de asumir la presidencia, suspendió “por el plazo de diez años los términos que estuvieren transcurriendo de las licencias de servicios de radiodifusión o sus prórrogas previstos en el artículo 41 de la Ley Nº 22.285 y sus modificaciones”. Ese decreto K se emitió a pocos meses de que vencieran las licencias de varios medios. Fue una prórroga colosal, porque a los quince años (con posibilidad de prórroga por diez años más) otorgados por Ley 22.285 de 1980, se agregaron diez más, beneficiando así de modo impresionante y directo a los licenciatarios de televisión abierta, radio y TV por cable.
Kirchner pretendió, toscamente, justificar el regalo de la extensión de las licencias en una supuesta necesidad de otorgarle a los medios “un horizonte de previsibilidad que involucre los plazos mínimamente necesarios para recomponer su situación económico-financiera”. De modo que, antes de cumplir dos años de vida en la Casa Rosada, Kirchner no sólo no había derogado el Decreto-ley 22.285, sino que lo blindaba y potenciaba. Telefe (Telefónica) y Canal 13 (Grupo Clarín) conservaron sus licencias hasta 2025, América (Vila, Manzano, De Narváez) hasta 2022, y Canal 9 hasta 2019, mientras que la estratégica Radio 10 (Daniel Hadad) la retenía hasta 2025.
Para los abogados Ricardo Porto y Claudio Schifer “los aspectos sustantivos de la radiodifusión en rigor no son regulados por la Ley 22.285 en su versión original. Por el contrario, las sucesivas modificaciones a esa ley fueron consagrando otros criterios, en muchos casos decididamente opuestos, a la redacción original. De modo que es incorrecto afirmar que la radiodifusión argentina se encuentra regida por la Ley 22.285”.
Kirchner siguió fielmente los pasos de su padrino político, porque a poco de iniciar su corta gestión, el presidente Eduardo Duhalde obtenía del Congreso una modificación de la Ley Nº 24.522 (concursos y quiebras), extendiendo plazos de negociación y evitando que un acreedor se apropie de una compañía con anterioridad a una eventual quiebra.
Esa decisión benefició a las principales corporaciones de medios. Kirchner complementó a Duhalde y promulgó la Ley 25.750, que limita al 30% la participación extranjera en las empresas propietarias y licenciatarias de medios de comunicación. Ahora se desgañita y enrojece de furia, gritando desde los atriles: “¿Qué te pasa, Clarín?”.
Esas medidas de Duhalde y Kirchner fueron precedidas en 1998, cuando Carlos S. Menem autorizó la transferencia de licencias de radiodifusión, hasta entonces prohibidas, para legalizar al multimedio oficial CEI (Citibank, grupo Moneta y Editorial Atlántida) que entre 1998 y 1999 compró ocho canales de TV abierta, aun cuando la ley vigente sólo permitía un máximo de cuatro.
Además de 3.000 emisoras de radio con licencia normalizada, 2.500 con solicitudes en tramitación y otras 170 a la firma del interventor del ComFeR, surgieron entre 600 y 700 radios en las zonas más pobladas, y hay 4.000 radios más que para la Asociación de Radiodifusoras Privadas Argentinas (ARPA) son directamente “truchas”, además de unas 500 radios comunitarias.
Se estima que en la Argentina pululan, grosso modo, hasta 10.000 estaciones de radio que se superponen, ocupan frecuencias no adjudicadas, entran y salen del aire, interfieren y operan de hecho, facturan publicidad o favores políticos, configurando un desbarajuste radioeléctrico monstruoso.
Nada más revolucionario en la Argentina que evolucionar con urgencia hacia el gobierno de la ley. Sin embargo, nada más fraudulento y perverso que “vender” a la sociedad la idea de que más leyes cumplirán el milagro de superar la anomia jurídica, algo que en la radio y TV argentinas es especialmente escandaloso, porque funcionan en un marco jurídico extravagante, concubinato de hecho con rasgos a la vez dictatoriales, pluralistas, ordenancistas, liberales, nacionalistas y propicios al capital extranjero.
Por eso, los anuncios del Gobierno sobre medios de comunicación me provocan suspicacia y temor, porque ya ha nacido y avanza con viento en popa un conglomerado oficiosamente gubernamental con fachada privada, y los pocos y débiles medios oficiales son botín del partido de gobierno.
Desenlace sombrío: hay que ser muy optimista y candoroso para imaginar que esta gente y este liderazgo político se proponen aportar a los medios solvencia técnica, seguridad jurídica, consistencia democrática y normas equitativas que habiliten una radio y una TV superadoras de lo que hay ahora, que es –desde luego– calamitoso.

¿Cómo fue el ejercicio periodístico en estas dos décadas?
Al comienzo, el sistema democrático era una criatura tan vulnerable a ser derrumbada que todas las personas de mi generación que habían sufrido tanto la inexistencia de libertades venerábamos la libertad. Hoy se vive una tendencia contraria, de mucho desprecio por las instituciones, por las formas, por las estructuras mismas que nos permiten ser libres. Hay una generación entera que no sabe lo que es vivir sin libertades. Creo que las ideologías, como explicación de la totalidad de la vida, han fracasado, y por eso trato de regirme por sólo tres o cuatro categorías básicas: la libertad, el respeto, la pluralidad. Y veo que en las nuevas generaciones de nuestra profesión mucho no comparten esos principios. En cambio, parecen privilegiar el golpe bajo, el ruido, el impacto, sin pensar en riesgos y efectos contraproducentes que puedan tener ciertos dispositivos supuestamente "transgresores".

¿Cómo es el ejercicio periodístico en las radios oficiales?
En mi gestión como director de Radio Municipal, de 1989 a 1991, contraté a Jorge Guinzburg, Carlos Abrevaya, Alejandro Fabbri, Quique Pesoa, Luisa Valmaggia y Guillermo Cervantes Luro, entre muchos otros profesionales de primer nivel. Es una tarea muy difícil dirigir una radio pública. Y aun cuando este gobierno tiene una política muy definida de responder a las críticas que se le hacen, no tengo reclamos para hacerle, ni a éste ni a otro gobierno desde que estoy en Radio Nacional, excepto en el interregno duhaldista, cuyas autoridades de medios fueron bastante impresentables. Es honesto decir que hoy invito a quien quiero y los que no han pasado por mi programa no lo hicieron tampoco en otros. El presidente Kirchner tiene predilección por salir por Radio 10. Tal vez su negativa a hacerlo por Radio Nacional tenga que ver con que no quiere ser percibido como quien hace presión, aunque sus discursos deben ser emitidos actualmente por la radio siempre y de manera obligatoria. Soy un periodista libre que no ha recibido ni tampoco toleraría presiones, aunque no me siento en el papel de francotirador ni de petardista. Los directores de las radios nacionales tienen obligaciones que respetar y compromisos que asumir.

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