viernes, 17 de febrero de 2012

Escandaloso robo al buen periodismo

Por: Gabriela Valdés*
Se esperan masivas marchas de protesta por un terrible hecho de inseguridad en las redacciones.
¿Hola, hablo con la comisaría?
–Positivo, cabo Fernández al teléfono.
–Quiero denunciar un hecho de terrible inseguridad.
–Apellido y nombre.
-Periodismo, Buen.
–Tomo nota.
–Me robaron todo. Todo. Las ganas, la sagacidad, el hambre, las fuentes, el entusiasmo, la competencia, gran parte de la inteligencia, y lo más importante y escandaloso, cabo, el criterio. ¡Y nadie hace nada! ¡Nadie se queja! Nadie me cree y lo peor es que a nadie le importa que nadie me crea. Los diarios se siguen imprimiendo, los programas de radio siguen su curso al aire, la tele ahí y todos contentos. A cobrar a fin de mes. Es un escándalo, cabo. Sólo me queda la tinta y el papel, el aire y la conexión Wi-Fi. Me siento despojado. ¡INSEGURIDAD!
La conversación es, por supuesto, ficticia. Pero todo sería mejor si ocurriera. Aire fresco y esperanzador: en vez de los simposios de la queja que nos pintan de cuerpo entero, los periodistas reclamando a los gritos por los robos incesantes al Buen Periodismo.
Mientras tanto, en la comisaría, el uniformado le pidió al denunciante algunos ejemplos para sustentar la querella y el damnificado soltó los más calientes en su memoria, los más recientes, como para no hacerlo muy extenso:
–La multiplicación de las polémicas. Tooooodo es polémica. La polémica modelo, el polémico decreto, el polémico recital de Calle 13. Ya no se generan polémicas, ahora la polémica es un adjetivo fácil, como el gatillo. “La polémica muerte del polémico guía en el polémico cerro Aconcagua”, se burló, con razón, la revista Barcelona acerca de este vicio extendido en la titulación sinónimo de pereza mental.
–Buscar tendencias donde no las hay. Otra fácil. En la jerga periodística se llama “enfriar una noticia”. En criollo sería buscar una repercusión o inflar una repercusión cuando no hay noticia. La más grosera y
reciente: la tendencia de las muertes en la bañera (¿¿¿¿¿¿?????). Parece que los periodistas no soportáramos el carácter aleatorio de la fatalidad, y tampoco toleramos dejar sin tema a doña Adela, la verdulera. Se muere Whitney Houston y muchos ven una tendencia al consumo de drogas y alcohol en una bañera... Un integrante de Callejeros quema a su esposa y aparece la tendencia a que los hombres quemen mujeres. Tendencia a que se caigan los aviones, tendencia a que se quemen los presos en un penal. Pereza mental.
–“Habló fulanito, habló menganito”. Título recurrente que últimamente es moda. También es pereza de los editores, que en vez de hacer periodismo y ser amables con el lector yendo al corazón de la noticia, se vuelcan a la muletilla. “Habló la novia del capitán Schettino”, “Habló De la Rúa”, “Habló Cavallo”. Así, sin más: habló. “¿Y qué, antes era mudo?”, ironiza al respecto un periodista viejo zorro de la profesión y con razón.
Vayamos al hueso, pues, a contar lo que dijo la novia del capitán, que seguro es mucho más jugoso que el perezoso “habló...”.
–El árbol que no deja ver el bosque. Los periodistas se
rasgan las vestiduras con títulos que son un camino directo a la indignación popular. Lo que pasó con el pingüe ahorro de la Cámara de Diputados es un ejemplo. Los medios informaron que el presidente de la Cámara de Diputados, Jorge Tanús, cortó los gastos en ágapes, lo que significa unos $130 mil al año.
El gran recorte que “vendió” Tanús cuanto mucho alcanza para pagar los servicios de dos asesores legislativos, como generosamente contó un avezado periodista legislativo a quien escribe. Lo que se escondía detrás del auspicioso anuncio es la gorda cifra de casi $100 millones que gastan los diputados por año.
*Editora de Diario UNO digital
Fuente: Diario UNO

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