miércoles, 22 de octubre de 2008

“Los medios llegaron a su máxima decadencia"

Alguna vez Billl Clinton tuvo que hablar de ella pero sólo para acusarla de “hostil, combativa e incluso irrespetuosa”. En parte tuvo razón: Amy Goodman es una de las periodistas menos domesticadas de EE.UU. Recibió el Premio Nobel Alternativo y Democracy Now!. El programa de radio y televisión que conduce, se retransmite en simultáneo a más de 500 emisoras de su país. Además, es financiado exclusivamente por los millones de personas que lo miran y escuchan.
Por: Cristian Maldonado y Natalia Gómez Calvillo, desde Nueva York
Dura con el micrófono. Michael Moore dijo de ella: “Es la única voz que dice la verdad en la radio de Estados Unidos”. Su programa se pasa por 500 emisoras.
“Es la única voz que dice la verdad en la radio de Estados Unidos.” Así la definió Michael Moore, quien además llegó a considerarla un “tesoro nacional”. Noam Chomsky reconoce que, gracias a ella, el periodismo de investigación alcanzó “nuevas alturas” y sostiene que hizo una “contribución única para crear un público informado”. Podría decirse aún bastante más acerca del invaluable trabajo de la periodista Amy Goodman. O elegir como aproximación el modo en que ella se presenta a sí misma: “Ir donde está el silencio, ésa es la responsabilidad del periodista: dar voz a quien ha sido olvidado, abandonado, golpeado por el poderoso. Es la mejor razón que conozco para portar nuestros bolígrafos, cámaras y micrófonos”.
Amy Goodman recibe a los cronistas de este diario en los estudios de Democracy Now!, en el Barrio Chino de Manhattan. Apenas comienza a hablar se advierte que siente una profunda pasión por lo que hace. Muestra una convicción contagiosa. Asegura que es imprescindible construir medios independientes en serio como alternativa a las “compañías que tienen poco que decir y mucho que vender”. Lo asegura y lo lleva a la práctica: Democracy Now!, el programa de radio y televisión que conduce desde 1996, se ha convertido en un fenómeno periodístico capaz de informar con un admirable rigor y de ser, a la vez, financiado exclusivamente por los millones de personas que lo miran y escuchan. Se trata de un informativo internacional diario que se retransmite en más de 500 emisoras de Estados Unidos desde las ondas de Radio Pacífica, una radio creada en 1949 por el pacifista Lew Hill.

–¿Por qué el proyecto de Democracy Now!?
–Es más que un programa, es un movimiento. Es un movimiento para la democracia mediática. Es un movimiento para responsabilizar a los medios masivos. Para que hagan su trabajo. Es para que aquellos que están en el poder asuman su responsabilidad. Hay un motivo por el cual nuestra profesión es la única que está protegida por la constitución de los Estados Unidos: porque se supone que somos nosotros quienes vamos a mantener al poder, al gobierno, bajo control. Los periodistas somos esenciales para el funcionamiento de una sociedad democrática. Pero, sin embargo, los medios masivos de comunicación en EE.UU. han llegado al punto más decadente de la historia. Ellos fueron los que prepararon el camino para la guerra. Actuaron como un megáfono para aquellos que están en el poder. Como una cinta transportadora de las mentiras de la administración Bush. Entonces tenemos que recuperar a los medios porque están utilizando nuestras ondas, ondas públicas. Y las ondas públicas son un tesoro nacional. Las corporaciones privadas alquilan estas ondas, pero tienen de todas maneras la responsabilidad de cuidar los intereses públicos.
–¿En qué podría decir que se diferencia concretamente Democracy Now! a la hora del trabajo?
–Simplemente adherimos a una creencia básica en lo que concierne a los principios fundamentales del buen periodismo. Como decía un gran periodista, Isidor Feinstein Stone, cuando les enseñaba a sus alumnos: “Si van a recordar tres palabras: los gobiernos mienten”. Entonces, empezás tu trabajo creyendo firmemente que tenés que esforzarte mucho para llegar a la verdad, que no se encuentra en las esferas altas, sino que se trata de darle voz a la gente, en las agrupaciones de base. En todo el mundo. Creo que es muy importante que los medios actúen como puente entre todos estos movimientos sociales, y no sólo para los sectores de elite: esto es lo que nos hace a nosotros tan diferentes.

Tras la metáfora del puente que une o articula, Amy Goodman apuesta a otra imagen más casera:
–Veo a los medios como una gran mesa de la cocina que se extiende a lo largo y a lo ancho del mundo, a la que todos nos sentamos y debatimos y discutimos los temas importantes del día. La guerra y la paz; la vida y la muerte: todo lo que sea menor a eso, es un daño para cualquier sociedad democrática.

De Nigeria a Indonesia. Suena drástica. Tan drástica que parece que exagera. Pero no, su compromiso con el periodismo que practica es así, concluyente. Ni siquiera la detuvo una parálisis facial periférica que la sorprendió en un aeropuerto de Nueva York. Con el labio caído y en medio de ese panorama, su preocupación era saber si podría o no presentar el informativo. Al día siguiente decidió continuar:
Podía hablar perfectamente bien, y ya estoy cansada de ver a mujeres (y a hombres) en la televisión que lucen como si acabaran de salir del set de Dinastía.
Durante varios años Goodman cubrió el genocidio de Timor Oriental. Eso le valió, entre otras cosas, una paliza feroz a cargo de un grupo de soldados indonesios. Pero ella prefiere insistir en que lo importante fue haber podido dar cuenta de lo que ahí sucedía. “Suharto fue responsable por la muerte de millones, pero era amigo de los presidentes de Estados Unidos”, recuerda ahora con impotencia.
En 1998 viajó hasta el delta del Níger para investigar los negocios de las petroleras estadounidenses en Nigeria. Luego de conocer la política extranjera de Chevron en ese país, la denunció junto a Jeremy Scahill en un documental radiofónico titulado “Perforar y matar: Chevron y la dictadura del petróleo en Nigeria”. Estas y otras investigaciones pueden leerse en su libro En la cama con el enemigo, una lapidaria serie de investigaciones sobre la administración Bush, que ya en la tapa deja en claro que no se trata de periodismo genuflexo: “Contra los políticos untados de petróleo, los empresarios que se benefician de las guerras y los medios de comunicación que los encubren”.

–Usted dijo una vez que considera peligrosa para el periodismo su relación con los intereses comerciales...
–Y también intereses militares. NBC es de General Electric, uno de los más grandes contratistas de armas militares en el mundo. Durante la Guerra del Golfo Pérsico en 1991, General Electric era dueña de NBC y Westinghouse poseía CBS: General Electric y Westinghouse, dos de los más grandes fabricantes de armas nucleares del mundo. Entonces, no es ningún accidente que lo que vemos se asemeje a un show militar.

Inmediatamente Goodman agrega:
–Tenés en todas las cadenas a los mismos criminales que saben tan poquito respecto de tanto, y lo entienden tan mal: y ellos son los que nos explican el mundo. Tenés los publicistas… The Wall Street Journal escribió respecto de las publicidades en CBS durante la guerra del Golfo Pérsico que los ejecutivos de la cadena estaban preocupados porque las noticias que precedían a las publicidades tenían que ser muy optimistas, porque no querían que hubiese “sangre” en la pasta de dientes. Entonces hicieron que los periodistas asumieran un tono alentador, enérgico, respecto de la guerra, “la guerra es buena”; de otra manera, las personas tendrían una actitud negativa ante el producto que se publicitaba en la propaganda. Sí, los intereses comerciales importan muchísimo. En EE.UU., sólo tenés un manojo de estos magnates de los medios, que son los dueños de cientos de diarios, radios y televisiones.

El financiamiento. –¿Ustedes consiguen su financiamiento sólo a través de donaciones?
–Sí...
Goodman interrumpe su propia respuesta: “De hecho, dame sólo un minuto. Gracias por hacerme acordar porque estoy enviando mensajes a nuestras listas de correos, hay 100 mil personas más o menos… ‘No se olviden de hacer la contribución a DN!’”.
Y entonces retoma el hilo de la charla.
–Nos mandan 10 dólares, 25, 50, y los envían aquí. No somos ricos en las finanzas, pero somos ricos en lo humano, en la creencia de que ser independientes es lo más importante de todo. Somos el único programa de radio y televisión que se emite en simultáneo en Estados Unidos. Estamos en 650 estaciones y no se trata solamente de recaudar fondos para nosotros, también recaudamos fondos para las distintas estaciones públicas de radio y televisión en todo el país.
–¿Han tenido alguna vez apuros económicos por depender de esta situación? ¿Qué pasa si los donantes no donan?
–Simplemente seguimos adelante. Recibimos apoyo de las estaciones que a la vez retransmiten DN!, porque éstas son apoyadas por sus propios oyentes y televidentes. Estamos conformando una red de medios independientes: estaciones públicas de radio y tevé que la gente ni siquiera conoce. Entonces DN! empieza a colaborar en esas emisoras, y la gente comienza a prestarles atención y así otras personas quieren aparecer en ese canal… Y la gente se da cuenta de que se trata de un recurso público. Entonces, nos acercamos y el público empieza a dar dinero a ese canal o a esa radio, y así es como vamos creciendo en todo el país. Y también estamos presentes en estaciones públicas que son más poderosas, parte del establishment. Y éstas nos apoyan porque producen dinero puesto que nos acompaña una audiencia muy grande.

–¿Creés que este sistema de donaciones puede ser viable en países empobrecidos, por ejemplo en África o en América Latina?
–Sí, la radio es un medio de comunicación muy íntimo y muy barato. Cuando fui a cubrir a los zapatistas, en el 94 en México, cuando se dirigieron por primera vez a la catedral de San Cristóbal, solamente hicieron una conferencia de prensa para periodistas de radios mexicanas, porque Marcos dijo: “Es el medio más poderoso y al que accede la mayoría de las personas”. En Haití, cuando ocurrieron los golpes, lo que primero hicieron fue destruir las estaciones de radio que pasaban música comprometida, porque conocen cuál es el poder movilizador de este medio. Creo que es un modelo muy importante para el mundo. Creo que tenemos que construir nuestros propios medios y claro que no es bueno tener una audiencia pequeña. Tenemos que llegar a todas las personas que podamos. Ahora con internet es como que tenemos una hendija en la pared.

Cuestiones de rating. En marzo del 2004, Amy Goodman logró cubrir el regreso a Jamaica del presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide, luego del exilio en la República Centroafricana. Esa cobertura consiguió más de tres millones de entradas en la web de Democracy Now! Por estos días, ella cuenta con una audiencia que supera incluso a la de programas de cadenas como NBC, CNN o Fox. “Entre todos nuestros oyentes y espectadores tenemos más seguidores que Larry King”, afirma, y no duda en subrayar su tesis de que cada vez hay más gente “hambrienta de voces independientes”.

–¿Cómo es el perfil del público al que apuntan?
–A todo el mundo: militares, personas en el gobierno, personas pobres, personas de color, estudiantes, profesores, trabajadores, sindicatos. Existe un movimiento masivo hoy en los Estados Unidos: Bush ha unido a la gente en su contra. Pero las corporaciones son muy poderosas. Exxon Mobil, Chevron… Chevron es la única petrolera que puede operar en Birmania. El régimen no podría continuar si no recibiese los billones de dólares que la empresa ingresa para el oleoducto.

–¿Has recibido presiones por parte de estos grupos?
–A veces los tenemos encima… Pero, cuando ellos dicen que no, que es muy a menudo, y a diferencia de los medios corporativos, no nos perjudica, no destruye a nuestras historias el que se nieguen a hablar. Y nos movemos, nos seguimos moviendo porque nos protege el hecho de que tantas personas nos escuchan y miran. Estamos muy contentos de que nuestros titulares están siendo traducidos al español en distintas estaciones en Latinoamérica, en Argentina.

Dos partidos que son uno
Semanas atrás Amy Goodman fue distinguida con el Premio Nobel Alternativo por su labor periodística. Quienes la eligieron destacaron el “formato innovador en el periodismo político e independiente que lleva a la sociedad voces alternativas”. Nos pregunta por la situación de América Latina. Parece estar al tanto, pero quiere saber más. “Es muy importante lo que pasa en Latinoamérica, y es como que toda la atención está en Irak y esto hace que Latinoamérica se salve”, comenta luego de escuchar.
Sobre las elecciones en su país, entiende que se trata probablemente de las más importantes de la historia de Estados Unidos. E inmediatamente ironiza: “Tenemos un problema muy grande en Estados Unidos. Necesitamos al menos dos partidos, porque por un lado tenés a los demócratas y los republicanos: un partido. Y necesitamos el segundo… Tener un sistema bipartidista sería un gran comienzo”.

La mano de Wall Street
“Las industrias banquera, financiera, de inversiones y aseguradora, durante mucho tiempo acérrimos enemigos del pago de impuestos, ahora necesitan dinero de los contribuyentes de la clase trabajadora para mantenerse a flote. Los contribuyentes deberían estar al mando, entonces. En lugar de ello, los ricos, los reguladores y aquellos a los que los reguladores no han sido capaces de regular toman decisiones a puertas cerradas, decisiones que pesarán sobre la población durante décadas.
(…) Ambos candidatos presidenciales, John McCain y Barack Obama, han recibido millones de dólares de estas mismas empresas que están quebrando y que se aprovechan de la asistencia gubernamental en beneficio propio.”
*De la columna de Amy Goodman titulada “Los socialistas de Wall Street”. Fuente: Crítica de la Argentina

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