domingo, 23 de septiembre de 2007

Los que aparecieron

Por Marisa Rauta
El martes pasado se cumplió un año de la desaparición del testigo Julio López, por lo que gran parte del país marchó reclamando por su recuperación con vida, y por conocer la verdadera situación de las investigaciones que el Estado asegura “están encauzadas”.
Myriam Bregman y Guadalupe Godoy, abogadas de López en el juicio contra Etchecolatz y querellantes en esta investigación, se quejaron de que las medidas se toman “tarde y mal, y por eso frustran las pistas fundamentales”. Godoy destacó que los policías nombrados por López en sus declaraciones judiciales “no fueron investigados”, y esto lo reconocen en el expediente las propias fuerzas de seguridad actuantes. Se trata de Julio César Garachico, Urcola, Manopla Gómez, Peralta, el cabo Gigena y Jorge Ponce.
Hace casi un año, nuestro diario daba cuenta -luego de una minuciosa investigación y corroboración de datos-, que uno de los mencionados represores por Julio López, era el mismo reconocido vecino de Madryn y por entonces gerente del casino local, Julio César Garachico.
Esta semana la producción de Canal 13, del programa Telenoche Investiga, viajó a Puerto Madryn para solicitar a la dirección de El Diario de Madryn el testimonio de aquella investigación que permitió identificar a uno de los sindicados en esta remota ciudad del sur del país.
La periodista Miriam Lewin junto a su equipo de trabajo realizó un cuidadoso recorrido por los últimos pasos en el Golfo Nuevo del integrante de la patota de Etchecolatz, chequeando durante varios días la documentación que avaló aquella noticia que conmocionó a gran parte de la comunidad, y luego de la cual Garachico desapareció de la ciudad renunciando a su trabajo y sin declarar su paradero.
El cuidado informe integró la presentación de dos emisiones con las que el programa nacional tal vez más respetado por sus investigaciones periodísticas, aportó su trabajo al año de la primera desaparición en democracia de López. La pista Garachico y su misteriosa huída se sumó así a la pista Chicano, un extraño custodio que se encargó de controlar los pasos de López en los últimos tiempos.
De este modo, tomando la posta de nuestro trabajo, una vez más el periodismo esta vez a través de Telenoche, volvió a insistir sobre la necesidad de recuperar el sentido común para el esclarecimiento de tan aberrante hecho contra uno de los testigos claves del oscuro pasado del terrorismo de Estado.
A partir de entonces muchas y variadas fueron las repercusiones que el programa nacional desprendió sobre el tema, sin embrago la gran mayoría de ellas fueron bien lejos de nuestra ciudad y de nuestra provincia.
Entre otras cosas, precisamente este fue uno de los interrogantes de la producción del Canal 13, la prácticamente nula intervención de las instituciones oficiales y de los organismos de justicia local ante la identificación del ex represor, además de la falta de pronunciamiento de autoridades.
Las preguntas recurrentes de muchos de los contactos con nuestro diario fueron, entre otras ¿por qué ante tanta evidencia la Justicia local no actuó de oficio?, ¿quiénes deben tomar parte en denuncias públicas de tamaño peso como las de crímenes de lesa humanidad?, ¿dónde quedan los pronunciamientos y el compromiso con los derechos humanos del poder local, supuestamente alineado con el trabajo de la gestión Kirchner ante los hechos públicos y locales?, ¿qué piensan los organismos de derechos humanos con base en la provincia ? ¿Y la oficina oficial que se debe ocupar de estos asuntos, por qué hizo silencio?
Estos y otros interrogantes no tienen aún sus respuestas concluyentes, sin embargo dejan una certeza: la sensación de que hace un año no sólo desaparecieron López y Garachico de escena, sino que como acontece cuando estos ilícitos suceden, son muchas más las cosas que se desdibujan del mapa nacional, entre otras, las responsabilidades comunes.
Sin embargo podemos decir que esta semana el periodismo que intentamos desde nuestras páginas y que rescató el prestigioso programa de Canal 13, durmió tranquilo, al tomar su lugar en la vida pública de manera consecuente con el valor ético central y su compromiso con la verdad más allá de las declamaciones. Porque, como dice el maestro Restrepo: “Negado ese valor por una actitud de rechazo de lo ético, el periodismo pierde su razón de ser, la sociedad queda despojada de certidumbres, se impone la desconfianza y, sobre todo, queda el campo abierto para los manipuladores que entran como dueños de la verdad. Sea su verdad política, económica, militar, religiosa, o gubernamental. El periodista provee a la sociedad de una defensa contra las manipulaciones, las incertidumbres y la desconfianza, con la actitud ética de su compromiso con la verdad, que en la práctica está acompañado por otros dos valores: la independencia y la responsabilidad. Es fácil concluir que si desaparecen también estos valores, el periodismo se convertiría en otro peligro…”. Nosotros aparecimos.

Marisa Rauta es directora del Diario de Madryn

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