viernes, 24 de agosto de 2007

Dos muertes más en las comunidades indígenas.

“El desastre humanitario instalado en el corazón de las comunidades indígenas se ha cobrado dos vidas más" señala un documento del Centro de Estudios e Investigación Social Nelson Mandela, que firma el abogado Rolando Núñez.

Con el fallecimiento de María del Carmen Moreyra, aborigen toba de 46 años, que vivió en Pozo de la China (El Espinillo), la serie de fallecimientos había sido de once víctimas producto de la pobreza extrema, del hambre, de la tuberculosis, del mal de chagas y del flagelo de la desnutrición, seguidas de la enfermedad final”, dice el Centro de Estudios e Investigación Social Nelson Mandela.

Juan González
Silenciosamente falleció este aborigen toba que habitó el paraje El Colchón, dependiente del municipio de Villa Río Bermejito. El desenlace se produjo el 11 de julio, en el hospital Güemes de Castelli. Habíamos encontrado a Juan cuando estaba internado en la Sala 4 (aparente servicio de tisiología) de ese hospital. Apenas pudo levantarse de la cama. Hacía muchos años que había enfermado de tuberculosis y de desnutrición. Estaba muy mal. Su aspecto general era muy penoso y desalentador. Prácticamente no se manifestaba; lo hacía a través de un familiar que lo acompañaba en su último trance.
El sistema de salud pública silenció su muerte porque significaba el fallecimiento número 12 de la nómina que se fue conociendo progresivamente, a pesar de las grandes dificultades para acceder a la información. Hoy, miembros del Centro Mandela visitan nuevamente el paraje El Colchón, esta vez para acompañar el trabajo periodístico de Radio Mitre, que mandó —como otros medios— un equipo de investigación para relevar la zona. Recabando la información de archivo, habíamos diagramado la hoja de ruta de la investigación periodística. En nuestra base de datos figuraba Juan González. Ignorábamos que había fallecido. En el terreno nos enteramos del fallecimiento de esta persona que vivió signada por todas las privaciones y por las enfermedades que son endémicas en El Impenetrable.

Isabel Acosta, la número 13
En el programa de Gustavo Macauda, que va de 12 a 14 por Radio Cristal de Tres Isletas, se analizaba el documento del Centro Mandela que NORTE publicó en la página 36 de la edición del miércoles 22. Un amigo de la familia de Isabel Acosta, que participaba del programa, informó a la audiencia del fallecimiento de esta aborigen. Dijo que el deceso se produjo el pasado domingo. Se emocionó y recordó que antes también había muerto una hija de Isabel y que se producen muchos fallecimientos por cáncer, lo que ha generado una fuerte preocupación en la población, que se mantiene en la más absoluta ignorancia.
Una vez que se confirme, significará la muerte número 13 de la serie que se inició con el deceso de Luciano González (Lucianito), ocurrido el 13 de julio. Isabel tenía 41 años y era de la etnia wichí. Vivió en el Lote 65, dependiente del municipio de Miraflores.
Arrastraba una antigua tuberculosis. Diez días atrás pesaba 30 kilogramos, o sea que asociada a la enfermedad pulmonar cursaba una severa desnutrición. La habíamos encontrado en oportunidad de visitar el puesto sanitario de Miraflores. Su estado era aparentemente terminal. Mientras estuvo internada, fue alimentada a polenta y, en menor medida, a fideo y arroz.
Lo trágico es que ya habíamos visitado a Isabel en el curso de la primera quincena de julio. Estaba alojada en la Sala 1, de internación general de mujeres, del hospital Güemes de Castelli. En esa oportunidad, compartía su estadía hospitalaria con Mabel Pino Fernández (fallecida), Dora Leiva (fallecida), María García (fallecida), Isabel Soto (desnutrida de tercer grado, quien actualmente se encuentra muy desmejorada) y dos pacientes más, también aborígenes desnutridas severas, enfermas de tuberculosis y chagas.
Como consecuencia de las visitas de los medios de comunicación, fueron dadas de alta o derivadas a otros centros hospitalarios de mayor o de menor complejidad, como una forma poco ingeniosa e inhumana de ocultar la cruel realidad y las consecuencias que pagan, con salud y vida, las comunidades indígenas que viven bajo extrema pobreza y hambre permanente.

Fuente: Diario Norte, Audio: Pepe Frutos, FARCo Satelital

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