miércoles, 4 de julio de 2007

Por qué se descascara la capa de teflón a la imagen del presidente Néstor Kirchner

Eduardo Ceccotti (especialista en comunicación)
Teflón: dícese de un proceso mediante el cual, especialmente recipientes utilizados para preparar alimentos, se tornan inmunes al deterioro material, producido generalmente por la acción de los ingredientes que componen su contenido, cuando son sometidos a altas temperaturas.
En política: sinónimo de “No le entran las balas”.
El líder actual del gobierno argentino, Néstor Carlos Kirchner, ha desarrollado en sus cuatro años de gestión una dosis de poder tal, que no fueron pocos aquellos que, basándose en teorías filosóficas de base humanísticas, lo han definido como “Teflón”, pues “nada le hace daño”.
Este presidente patagónico – identificado así por su origen, que si bien es de La Plata, desarrolló su carrera política en Santa Cruz, provincia de esa región geográfica de la Argentina – generó la capa de protección a partir de la recuperación de índices económicos locales que modificaron el humor social de una parte de la ciudadanía, casualmente la que habitualmente responde sobre imagen positiva o negativa de sus mandatarios.
Expertos en teflón político han señalado oportunamente que, en tanto y en cuanto esta capa protectora haya sido compuesta en mayor medida por bonanza económica, más difícil será para los agentes externos vencerla.
El Gobierno argentino parece haber cumplido con el requisito. Sin embargo, y de acuerdo a lo planteado hasta aquí, el teflón político – si bien es una capa que protege y vuelve inmune a, en este caso, un mandatario nacional – es claramente manejado, potenciado o debilitado por terceros, en este caso, los ciudadanos.
En consecuencia, es la ciudadanía, y no un presidente, quien genera una capa de teflón político a partir de la confianza en su líder, la tolerancia a sus acciones, las expectativas depositadas, y sobre todo, la aprobación y coincidencia con sus métodos, resultados. Es decir, la fortaleza de una capa de teflón político está dada por cómo la ciudadanía observa a sus dirigentes, y en función de eso genera el “chaleco antibalas”, conservando la potestad de retirarlo, de ir eliminando paulatinamente las capas de teflón.
Es posible coincidir, entonces, que el teflón político es otorgado por la ciudadanía, en función de la percepción que genera sobre un determinado líder. Que un presidente crea que el aura protectora que lo aleja de todos los males y lo mantiene a salvo de cuestionamientos es potestad absoluta del mandatario, es caer en el riesgo de la omnipotencia y el abuso del poder. Es ignorar a los “teflón owners”.
Actualmente, la ciudadanía argentina está asistiendo al proceso del retiro de capas de teflón. Si bien, dicho anteriormente, la bonanza económica es garantía de permanencia del teflón, los Skanska, los Santa Cruz, el INDEC, los docentes, los Moreno, los Gerez, los Misiones, los Aeropuertos, los cortes de luz, de gas, de ruta, de boleta, parecen ser suficientes para los dueños del teflón. En efecto, indicadores de imagen y de votos en Misiones, Buenos Aires y Tierra del Fuego dan cuenta de esto.
Más de la mitad de ciudadanos de trascendentes regiones argentinas parecen decididos a retirar capas de teflón político que hasta estas semanas estaban arraigadas de manera firme en el cuerpo del presidente Kirchner, y al propio tiempo expresar democráticamente y en urnas separadas por miles de kilómetros un mensaje común: el teflón está cayendo, y las capas que quedan parecería que no resisten las demagogias de los últimos años, ni derechos humanos torcidos, ni el grito ni la pelea cotidiana, ni muchos detalles mencionados en el párrafo anterior.
El Gobierno Nacional detectó que el poder del teflón político no le pertenece. Parece haberlo hecho a tiempo. Y cuando esto ocurre en líderes y dirigentes que quieren ser reelectos, suele ser una noticia alentadora para la sociedad, aún entre tanta parodia.

Fuente: Update semanal de la revista IMAGEN

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